Fernando Artime (Luanco, 1988) tomará esta tarde la alternativa como concertista en la iglesia de Santo Tomás de Cantorbery de Avilés, una de las "plazas grandes" de la música de órgano de Asturias, incluso del norte de España si se atiende a la proyección que tiene fuera de las fronteras del Principado la Semana de Música Religiosa, que es el ciclo en cuyo cartel ha sido incluido el joven organista gozoniego. "Estoy familiarizado con el órgano de Santo Tomás porque tuve la oportunidad de tocarlo a título de probatura varias veces gracias a la gentileza de José María Martínez (el director de la Semana de Música Religiosa y organista titular de la iglesia "grande" de Sabugo), pero mañana (por hoy) será diferente: un concierto entero; espero agradar al público", comenta a modo de aproximación a su estado de ánimo el aún estudiante de órgano.

Artime define el órgano de Santo Tomás como un instrumento "con carácter y muy versátil al disponer de tres teclados y múltiples registros, lo que le confiere capacidad para tocar cualquier repertorio adaptándose muy bien a la acústica de la iglesia". Y es que este músico suscribe la conocida teoría de que "no hay dos órganos iguales, cada uno tiene su personalidad y un especial acoplamiento al lugar para el que ha sido concebido, como si fueran trajes a medida". Esos matices que hacen singulares a los órganos constituyen precisamente el factor que explica la pasión de Fernando Artime por este complejo instrumento: "Por ser tan diferentes unos de otros resulta muy enriquecedor tocarlos".

El luanquín interpretará a partir de las 20.15 horas de esta tarde, con entrada gratuita al templo, un programa con obras de Dietrich Buxtehude (barroco) y Charles Widor (tres movimientos de su sinfonía más conocida, la número 5 en Fa menor); y entre medias, Johann Sebastian Bach (preludio, pieza coral y fuga). "Bach es el fondo de armario de todo organista; es posible hacer un programa sin él, pero como que no es lo mismo", asegura uno de los muchos admiradores del genio de Turingia: "Por su talento, por el contexto histórico en el que vivió y compuso y por su profunda fe, que empapa sus obras, Bach es el compositor al que más debe la historia del órgano".

Fernando Artime es consciente de formar parte de una generación de organistas jóvenes españoles que viene pisando fuerte y ha devuelto la pujanza a la música de órgano, y más después de la "congelación" que sufrió el sector en las décadas de los años setenta y ochenta del pasado siglo. "No creo que haya una sola razón que explique este emerger de la música de órgano y del número de personas que lo tocan: es importante que haya conciertos y actividades como la Semana de Música de Avilés para difundir el repertorio organístico y también creo que influye positivamente a la hora de popularizar el órgano la paulatina proliferación de este instrumento en espacios ajenos a las iglesias, como el Auditorio Nacional de Madrid o el Palau de la Música Catalana". Y a este respecto, añade que "el potencial del órgano no se acaba en lo sacro; si bien es imposible descontextualizar la idoneidad de este instrumento para la liturgia, no es menos cierto que también hay mucho repertorio sin texto de gran calidad".

Fernando Artime es hijo del director de la coral Capilla Clásica de Luanco, Facundo Artime, la persona a la que se debe, en cierto modo, la inclinación musical del organista: "Estudiaba piano (fue alumno del Conservatorio de Avilés) y fue mi padre el que me animó a probar con el órgano, consciente de que ese conocimiento podría serme útil". Fue dicho y hecho, el joven Artime cambió de teclado y ahora perfecciona su técnica en el Conservatorio de Barcelona, donde cursa estudios superiores. Ya sabe lo que es ganar premios y apunta a altas metas.