Augusto Barreiro tiene 70 años, es ingeniero industrial jubilado y le encanta construir y "regalar trocitos" de su corazón. Sus manos han confeccionado tres maquetas de barcos del finales del siglo XVIII que ha donado al Museo Marítimo y desde ayer lucen en sus vitrinas. La primera pieza, la más pequeña, es un jabeque, una embarcación del Mediterráneo que solían utilizar los piratas barberiscos. "Era veloz y preparada para asaltar mercantes y salir corriendo", expresa Barreiro, durante el acto de la donación. La agilidad de esos barcos obligó a la Armada española a construir jabeques para capturar a los piratas. La segunda maqueta, la mediana, es una de fragata "que no era de combate". "Se solía usar para dar señales de reconocimiento, tenía treinta cañones y también tenía una navegación rápida", expresó.

La tercera pieza, la de mayores dimensiones, es un navío. "Un barco preparado para la guerra con 74 cañones, los había con más como es el caso del Santísima de Trinidad", manifestó Barreiro momentos antes de explicar los pormenores del barco al alcalde de Gozón, Jorge Suárez, y al director del Museo Marítimo de Asturias, José Ramón García, entre otros asistentes al acto celebrado poco después del mediodía. Desde que era un chaval, Augusto Barreiro concibe los regalos de maquetas de barco como "trocitos" de su corazón. Le regaló uno a su ahora esposa cuando estaban cortejando, posteriormente hizo lo propio con una hermana suya y ahora, con el centro museístico luanquín. "Cuando hice con todo el cariño estas piezas que llevaron unos cuatro años pensé en el Museo para darle otro trocito de mi corazón", concluyó.