Dice Ricardo Fernández que para entender la exposición "Alfarería tradicional de España: ritos y creencias populares" es necesario comprender "que el hombre es un animal religioso por naturaleza y que está sujeto a una esencia cósmica contenedora de todas las realidades divinas y terrenales". Fernández, que es el comisario de esta muestra enmarcada en las IX Jornadas de Alfarería de Avilés, destaca que en el Centro Municipal de Arte y Exposiciones (CMAE) se podrán observar hasta el 5 de mayo un total de 120 piezas que tienen mucho que ver con la vida y la muerte, dos caras de una misma moneda acuñada a base de simbolismos.

La exposición comienza con una colección de amuletos procedentes de la fábrica de loza Sargadelos, una empresa fundada en 1806 en Cervo (Lugo). ¿Las piezas? Amuletos contra quienes quieren robar, contra las meigas... La muestra continúa entre brujas, hechizos y conjuros. En este caso se pueden ver desde piezas como la olla de conjuros de Arnedo (La Rioja) a un grabado de un aquelarre en la cueva navarra de Zugarramurdi, al menos diez "belarminas" (botellas de bruja), escudillas utilizadas en su momento para saber si una persona estaba aojada o la queimada.

La exposición continúa con un apartado dedicado al costumbrismo y que recoge piezas relacionadas con las costumbres populares. Unos ejemplos: el botijo del músico, la olla de la novia o la cántara. Respecto a la iconografía local, la muestra recoge piezas "santificadas" como la cantarilla con pitorro. Botijos y jarras completan el sector de ideogramas cristianos. Llama sobremanera la atención los utensilios utilizados como remedios populares y aquellos relacionados con ritos y creencias. En este caso Ricardo Fernández destaca los asadores de castañas usados para los amagüestos, antaño vinculados a la muerte, o las tejas del alma, como se llaman en La Rioja por ejemplo a una piezas que se colocaba en el tejado y que se retiraban cuando alguien moría con la creencia de que así se dejaba salir el alma del fallecido.

Ayer la inauguración de la exposición fue toda una fiesta llena de simbolismo. Hubo queimada con ritual y concierto a cargo del joven coro del Conservatorio Julián Orbón.