Versalles está viviendo ahora la tercera inmigración. El populoso barrio obrero fundado a mediados del siglo pasado al calor de Ensidesa vuelve a acoger hoy en sus calles a cientos de extranjeros que buscan un futuro en Avilés. Si bien la crisis obligó a muchos inmigrantes a rehacer las maletas y emprender un nuevo viaje -en unas ocasiones de regreso a sus países de origen; en otras, a otras ciudades con mayores posibilidades-, Versalles está recibiendo otra vez a población de aquí y de allí. Tal parece su sino.

El Caribe, por ejemplo, tiene colonia en Avilés en el barrio de Versalles, donde residen decenas de dominicanos que decidieron cruzar el Atlántico en busca de un futuro próspero. De su país se lo trajeron casi todo: simpatía, hospitalidad, una sonrisa permanente y carácter extrovertido. También la receta de la mamajuana, licor al que atribuyen poderes afrodisiacos, y el merengue. En Versalles todos se conocen y han hecho del barrio su isla.

Un ejemplo: Leona Adames llegó a Versalles en 2002 con su hija Mayelin Morillo, que ahora tiene 23 años. Ambas se encuentran cómodas en Versalles. Adames trabaja en el "Happy Day" y en Avilés ha conocido a su pareja, Juan Framin, un avilesino del Carbayedo. "En Versalles estamos muy bien aunque vamos bastante a menudo a nuestro país", destacan mientras se retocan para las fotografías de este reportaje.

Dominica también es Yakelín Pérez, una mujer que llegó a Asturias hace aproximadamente nueve años y que desde hace uno vende los cupones de la ONCE con un puesto en Versalles. "Nunca planeé salir de mi país pero aquí estoy, y estoy cómoda. En este barrio en concreto la gente es muy amable y acogedora", explica. Versalles sabe tender la mano a los inmigrantes. Y los inmigrantes agradecen cada gesto de bienvenida.

A Versalles llegó también hace 17 años Ana Armendáriz, una ecuatoriana de 25 años. "Vine con mis padres. En Ecuador no tenían trabajo y aquí teníamos familia, así que nos trasladamos a Avilés", señala esta joven que confiesa: "En Versalles siempre me he sentido superbien". Armendáriz nunca ha regresado a Ecuador.

En Versalles tiene su sede la Asociación de Dominicanos de Avilés (Asodoavi) y también la Asociación Senegalesa. "Los inmigrantes nos sentimos muy bien en este barrio, tal vez porque aquí todo el mundo más que menos ha venido de fuera", coinciden los extranjeros. Razón no les falta.

La implantación de Ensidesa durante la década de los años cincuenta del siglo pasado supuso una mayúscula revolución en el tejido social y urbano en Avilés. Al auspicio de un imparable crecimiento de población nacieron barrios de obreros como La Luz, Llaranes, San José Artesano, el "Tocote" o el "Tocarate". Sus arquitecturas propias del desarrollismo se fueron nutriendo poco a poco con la incesante llegada de inmigrantes procedentes de toda España.

Hoy los tiempos han cambiado y, tras un convulso proceso de reconversión industrial a finales de los ochenta, Avilés recibe a otro tipo de inmigración: la exterior. La última gran crisis paralizó la llegada de extranjeros, pero Avilés, y muy en concreto Versalles, ha vuelto a recibir en el último año a trabajadores extranjeros para cubrir puestos generalmente de baja cualificación.

Así, pues, rumanos, portugueses, marroquíes, brasileños, dominicanos, colombianos, senegaleses, chinos, peruanos y cubanos mayoritariamente comparten el barrio de Versalles dando a día de hoy un ejemplo de convivencia que aprecian quienes les precedieron en esta aventura: andaluces, castellanos, gallegos o extremeños, todos ellos también trabajadores que sentaron las bases del entendimiento vecinal en el que hoy es el barrio más multicultural de Avilés.