El Bollo crece. El cielo despejado fue ayer el aliado perfecto del primer desfile de las centenarias celebraciones de Pascua, con las que los avilesinos reciben la primavera y que convirtieron de nuevo en niña a la coreógrafa Olga Mesa. La pregonera saboreó sus recuerdos de las marañuelas que horneaba su abuela, se imaginó en su pupitre del Santo Ángel y recibió un caluroso aplauso cuando puso el broche a su discurso, a modo de chupinazo de las fiestas: "Mi querido Avilés, mi alma es tuya, la mejor parte de mí". La asistencia a los actos fue enorme, en parte por la gran afluencia de turistas a la comarca durante este puente. Todo apunta a que hoy se podrá batir el récord mundial de participantes en una comida en la calle, coincidiendo con el 25.º aniversario de este evento.

El fundador de las fiestas, Claudio Luanco, volvió a ser el alma de la misa de cofrades en San Nicolás de Bari, templo en el que se colaba ya el sonar de las gaitas mientras comenzaba el trasiego de bollos de pascua. Con puntualidad comenzó la lectura del pregón, con el que Olga Mesa pidió a los presentes que cerrasen los ojos e imaginasen cómo "esta preciosa plaza se convierte en una gran sala de cine". La película que narró Mesa fue la de su propia vida, la de una niña que hace 39 años se fue a Madrid para continuar sus estudios de danza "sin saber en aquel momento que era un viaje sin retorno". Dejó un Avilés en el que el séptimo arte se disfrutaba en los cines Chaplin y Canciller y compartió con el público aquel traspiés que la hizo acabar en el suelo del teatro Palacio Valdés cuando se disponía a bailar "El amor brujo" de Manuel de Falla.

"No ha sido fruto del azar la elección de Olga Mesa como pregonera de este Bollo 2017. Es el ejemplo de avilesina emprendedora, una artista comprometida con la creación desde la innovación permanente", apuntó la alcaldesa, Mariví Monteserín, que incidió en que "pocas fiestas reflejan tan fielmente el carácter de Avilés como El Bollo". La regidora socialista centró buena parte de su intervención en el 25.º aniversario de la Comida en la Calle, que aspira a convertirse hoy en el banquete popular más multitudinario del mundo. A las 14.45 horas, todos los que quieran figurar en el récord deben estar sentados. "En pocas cosas se parece Avilés a la ciudad de hace 25 años, pero hemos sabido conservar nuestras fortalezas (...) Muchas gracias a todos por participar en estas fiestas y, como no, en la Comida en la Calle, símbolo de buena convivencia de nuestra ciudad, que mañana (por hoy) pretendemos incorporar al "Libro Guinness de los Récords" como la más multitudinaria del mundo. Avilés va a seguir avanzando para alcanzar nuevos retos. Juntos lo conseguiremos", concluyó Monteserín.

Carrozas por la igualdad y el deporte y una boda vaqueira

La banda de gaitas "Villa de Avilés" abrió con el "Asturias, Patria Querida" el desfile de Pascua, una comitiva que recorrió durante dos horas el corazón de la ciudad entre caramelos, confeti y serpentinas. A la cabeza iba el Grupo Folclórico "Sabugo, ¡Tente Firme", que escenificó en El Parche una boda vaqueira como la de Aristébano; y a la cola, la Banda de Música de Avilés, que estrenó pañuelo y corbata verde, complementos que pasan a formar parte de su indumentaria. "Es la primera vez que venimos, es fantástico", decía Marta García, junto a su marido José Manuel Caicoya, dos madrileños de paso en la ciudad.

Las charangas, bandas y grupos folclóricos pusieron la nota musical a un desfile en el que varias carrozas tuvieron temática reivindicativa. La de la Asociación de Vecinos Marcos del Torniello fue un grito contra la violencia de género, mientras que la del movimiento vecinal de La Luz, inspirada en el Mundial de Duatlón, tuvo un recuerdo para el dorsal 32 del atleta Fernando Leira Almagro, recientemente fallecido. La igualdad de oportunidades fue la inspiración de la asociación "Pedro Menéndez"; la del Quirinal conmemoró los 60 años de la llegada de la televisión a España; "El Marapico" promocionó la prueba deportiva Transgascogne 6.50; y el movimiento vecinal de Llaranes reunió en carruaje los elementos más distintivos de un barrio que este 2017 sopla sesenta velas. "Merece la pena tantas horas de trabajo para decorar las carrozas", señalaba Olga Vízcar, que presenció el desfile en la calle San Francisco.

Hubo quejas entre el público por la distancia entre las carrozas participantes, pero su belleza hizo llevar mejor la espera. "Estamos deseando subirnos", decían en el escenario de autoridades la xana y la xanina del Bollo 2017, la sotobarquense Tamara Luna y la avilesina Carmen Pérez Álvarez. Su momento llegó al filo de las dos de la tarde, cuando las reinas de la primavera y sus damas de honor coronaron un bollo de Pascua gigante, su trono festivo.

El Domingo de Resurrección, el del Bollo, fue un día de asturianía, de dulces y regalos, de trajes típicos y de fotografías, de deporte, folk y habaneras. Avilés se despierta hoy con la mesa puesta y con el sueño de hacer de la XXV Comida en la Calle la mayor comilona del mundo. La cuenta atrás para hacer historia ha empezado.