D. J. G. M. y L. A. G., ahora enemistados, eran socios allá por el año 2012. Entonces, el primero animó a un nutrido grupo de chavales, casi todos de Soto del Barco y con experiencia como anguleros, a embarcarse en una aventura empresarial con el segundo, en la República Dominicana como pescadores de angulas. "A esta gente la conozco de siempre, y sabía que estaban en una situación económica precaria", declaró ayer D. J. G. M., acusado al igual que L. A. G. de un delito contra los derechos de los trabajadores. Cada uno afronta una pena de cárcel de cinco años, a petición de la acusación particular.

D. J. G. M. alegó que hizo de "puente" entre los anguleros de Soto del Barco y su socio. "Quedamos en Gijón y les presenté a mi socio y ya no sé más de lo que pasó. Por el contacto telefónico que tuve con ellos sabía que estaban bien, en una vivienda de estilo colonial que parecía un palacio. Mandaban fotos en el jacuzzi y allí lo que hicieron fue pescar borracheras y regresar cuando se gastaron todo el dinero. Además, había problemas entre ellos", alegó. E insistió en que el único objetivo de los querellantes es "sacarme dinero".

La declaración de L. A. G. fue en la misma dirección. "Durante el tiempo que estuvieron en la República Dominicana no pescaron nada. Estuvieron de fiesta y no eran anguleros sino delincuentes", dijo. Y añadió: "A esta gente nunca les hablé de salario. Les dije que si pescaban yo les compraría la angula, pero que podían vendérsela a quien quisieran. Les proporcioné alojamiento con servicio de cocina y limpieza y una única prohibición: que entraran chicas. También les aconsejé qué vacunas ponerse y les asesoré, todo con un objetivo: que si pescaban angula me la vendieran a mi, pero no pescaron nada de nada". El acusado reconoció asimismo haber entregado 500 euros a cada uno de los cuatro sotobarquenses que viajaron al Caribe, una cantidad que, según indicó, es el equivalente "a tres sueldos de un banquero allí". Y reiteró: "Duraron pescando tres o cuatro días. Al poco de llegar, ellos fueron a las fiestas patronales de Sánchez (localidad turística en la República Dominicana donde residían) y empezó el desfase".

Los tres querellantes -uno de los cuatro anguleros que viajó al Caribe ayer testificó a favor de los dos empresarios imputados- mantuvieron que trabajaron en la República Dominicana durante 26 días entre noviembre y diciembre de 2012 sin cobrar salario, que sufrieron hambre y que solo podían salir del chalé en el que se alojaban tras pedir permiso y con escolta. "Aquí firmamos un supuesto seguro médico que allí no valía para nada. Cuando fuimos a pescar supimos que tampoco teníamos licencia, y ahí vinieron los problemas con los anguleros locales. Pescábamos mucho y no nos dejaban ver el pesaje. Luego el producto iba para Corea o Japón", afirmó un supuesto afectado. Y agregó: "Ïbamos para seis meses, descansar y volver a ir. El contrato nos dijeron que lo firmaríamos allí pero nunca llegó ese momento". Otro apuntó: "Pensé que no salía de allí vivo, por eso, no aguanté ni un mes". El tercer querellante destacó: "Dormíamos en una habitación con verja y, por lo noche, echaban el candado". Varios testigos prestaron ayer declaración en la vista oral que se celebró en el Juzgado de lo Penal número 2 de Avilés.

Hasta el momento, la acusación particular tiene ya tres sentencias favorables por este caso. Ayer, la letrada de los anguleros sotobarquenses, Gracia Patricia Rodríguez, pidió cinco años de cárcel para los dos empresarios. La fiscal mantuvo la solicitud de tres años de prisión al entender que "ambos acusados de forma conjunta reclutaban a los trabajadores con una oferta de trabajo y no pagaban". Los abogados encargados de la defensa de D. J. G. M. y L. A. G., Graciela Lagunilla y Javier Szechenyl, respectivamente, pidieron la libre absolución de sus clientes. "No existe prueba alguna tendente a mantener la querella", afirmó el segundo.