Ni él ni su coche estuvieron nunca en Toledo y, sin embargo, Alfredo Sánchez, avilesino de La Carriona, acaba de pagar una multa de 200 euros por no respetar un paso de cebra en esta ciudad manchega. "Siento mucha impotencia. Si hubiera estado allí, aunque no hubiera cometido la infracción... Pero jamás", protesta Sánchez, que para más inri fue conductor profesional, camionero y en más de 45 años que lleva de conductor nunca le pusieron una sanción con su coche. "Ahora de repente, esto", dice. La multa, además, se la pusieron en pleno proceso de enfermedad. "He estado bastante fastidiado y esto te acaba de fastidiar del todo", añade. Su mujer, Pepi Martín, lleva desde hace semanas en situación de estrés: "Se me cae el pelo, no se me va la multa de la cabeza".

Según relata Alfredo Sánchez, no ha salido de Asturias en los últimos años, y tampoco su vehículo, que de hecho durante 2016 prácticamente no se movió de Avilés y realizó apenas 1.500 kilómetros. "Y en Toledo no estuve nunca", remata. Es más, en los 12 años que lleva con el vehículo, sólo circuló por carreteras del norte de España. Pero nada de eso impide que le haya llegado la multa con fecha del 15 de octubre de 2016, que coincide, precisamente, con los días en los que Sánchez se encontraba peor de salud.

"Le exigen pruebas para demostrar que no estuvo allí, pero no tenemos pruebas de ese día en concreto, no nos dedicamos a hacer coartadas de nuestra vida", señala la hija de Alfredo Sánchez, Yolanda. La familia llegó a enviar un escrito y a ponerse en contacto con la alcaldesa de Toledo, Milagros Tolón (PSOE), pero una vez iniciado el procedimiento de sanción no queda más remedio que seguir toda la tramitación administrativa. "De momento tuvimos que pagar, y si luego nos quieren dar la razón...", indica.

La hipótesis de esta familia de La Carriona es que el agente que puso la multa se confundió al escribir una letra o un número de la matrícula. No entienden cómo es posible que, según indica el texto de la sanción, la multa se entregara en mano al infractor en el mismo momento en el que ocurrió. En diciembre llegó una primera notificación, y ahora una segunda ratificando la multa pese a que la aseguradora envió alegaciones.

"Si todo esto hubiera ocurrido en algún lugar de Asturias estaba dispuesto a pelear e ir hasta a los tribunales. Pero ir a Toledo es imposible", concluye Alfredo Sánchez. El derecho a quejarse es, hoy por hoy, la única salida que le queda.