De Fernando Ruiz de Garibay Echeverría dicen sus amigos que era "forjador de hombres". Y tienen razones de peso para semejante descripción. "Era un deportista de una categoría extraordinaria y fue una especie de jefe en una pandilla de amigos que cada día corría por la playa", recordaba ayer el escritor, politólogo, investigador y empresario Fernando Álvarez Balbuena tras enterarse del fallecimiento de Garibay, vitoriano enamorado de Avilés, a los noventa años.

Garibay fue muchas cosas, además de nadador, boxeador o "runner". Ejerció como médico estomatólogo con consulta, primero en El Parche y más tarde en la calle de José Cueto; fue jefe de los socorristas de Salinas (Castrillón) durante años; y un "gran amigo de sus amigos". El especialista nació en Vitoria en el seno de una familia de maestros. Estudió Medicina en la Valladolid y cumplió con el servicio militar en Ceuta. En la ciudad autónoma trabajó como dentista en el Hospital Militar y, cuando las cosas "se pusieron feas en Marruecos", decidió asentarse en la Península. Eligió entonces Avilés casi al azar, porque por aquel entonces había pocos médicos estomatólogos en la ciudad.

Pronto abrió una clínica en El Parche y pronto también contrajo matrimonio con una avilesina, Margarita Sela Cueto, con la que tuvo cinco hijos: Greta, Fernando, Rocío, Ana e Inés. "Su consulta estaba siempre a rebosar", destaca Álvarez Balbuena, que realza también la calidad como deportista de su amigo, al que presenta como "un hermano". "Nada estupendamente bien y durante el tiempo que estuvo de socorrista sacó de la mar a media humanidad. Tanto es así que le dieron la medalla de salvamento de náufragos", señala el politólogo. Balbuena es uno de esos hombres forjados por Garibay. "Cada día desde hace 43 años salíamos a correr y desayunábamos en la playa. Gracias a él practico deporte", decía ayer, emocionado.

Los amigos y familiares de Garibay lo describen como "un hombre bueno, extraordinario". "Vivió para la familia, tiene cinco hijos estupendos, y para la profesión. Era amigo de sus amigos, una persona con una humanidad extraordinaria y muy generosa. Era un fenómeno y un enamorado de Avilés", apuntan. Y describen la fortaleza que le acompañó: "Cuando estrechaba la mano, la estrujaba". No obstante, un ictus dejó cicatriz en su alma de deportista. "Lo echaremos mucho de menos", decían ayer sus allegados.

El funeral por Fernando Ruiz de Garibay Echeverría se celebrará esta tarde (19.00 horas) en la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Carmen de Salinas (Castrillón).