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La cultura languidece en verano

La programación teatral en la ciudad durante los meses estivales será la más escasa de su reciente historia, con apenas tres obras

El teatro Palacio Valdés, antes del inicio de las obras de mejora. R. SOLÍS

Las nuevas obras en el Palacio Valdés comienzan hoy y hasta septiembre no habrá más teatro en la ciudad. ¿Cómo solventar la carencia? Con el Niemeyer. Recientemente, los responsables del complejo cultural y del Ayuntamiento de Avilés presentaron la programación teatral más delgada de la historia reciente: tres obras nada más para todo el verano. En 2016 habían sido cinco; en 2011, seis; las mismas que en 2005.

Uno de los tesoros más lucidos de Avilés es su programación teatral. Sobremanera, cuando llegan el verano y los veraneantes. Agosto fue, durante años, el único mes con programación en la ciudad (para ver teatro había que marcharse fuera). Esta circunstancia, en principio, fue una debilidad de Avilés. Sin embargo, con los años, esta debilidad se transformó en verdadera fortaleza: las temporadas teatrales comienzan en septiembre en Madrid; unas semanas antes, el odeón local podría convertirse en el escenario para las pruebas y los avilesinos en espectadores privilegiados. Así fue como nacieron los estrenos nacionales: la seña de identidad del teatro.

La caída del número de espectáculos programados es evidente (su calidad se mantiene en el mismo nivel desde hace, al menos, un cuarto de siglo). En 2013 se selló una alianza entre las dos instituciones culturales clave de la comarca: el Niemeyer y la concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Avilés. Programan al alimón (aunque de manera autónoma) con el fin de beneficiar a la ciudad, evitando choques y competencias que carecen de sentido en un concejo de poco más de 80.000 habitantes.

Por esto, el próximo cierre del Palacio Valdés ha sembrado inquietud: uno de los espacios escénicos no está disponible, pero el otro sí. La caída del número de espectáculos programados, pues, no es por carencia de escenarios. ¿Por qué entonces? El fondo de la cuestión está en que el Ayuntamiento de Avilés paga su programación teatral de todo el año con 240.000 euros (en 2016, fueron 20.000 menos) mientras que el Niemeyer empleó 284.000 euros únicamente en programar teatro, algo menos de la mitad de todo su presupuesto de actividades (757.000 euros). Se da la circunstancia, sin embargo, de que el Niemeyer recibe todos los años 300.000 euros directamente de los presupuestos municipales. O sea, paga para que el Niemeyer pueda pagar.

Pero no siempre sucedió así. Hace diez años la programación de actividades culturales en Avilés (al teatro se sumaban óperas, ballets, zarzuelas, ausentes desde 2016) se hacía con algo más de 700.000 euros. La sensación que existe es que Avilés se vuelca con el Niemeyer, pero no a la inversa. El ejemplo más claro de esta disonancia está en el estreno del documental "Campaneros", de Isaac Bazán, una obra centrada en la construcción de Ensidesa (precisamente, donde está ahora el Niemeyer). Lo previsto fue que su estreno lo acogiera el cine del complejo cultural, pero desacuerdos crematísticos hicieron que sus productores se inclinasen por el auditorio de la casa de Cultura. Más de 4.000 personas lo vieron allí al final, en 2014. El cine del Niemeyer tiene un aforo de 100 butacas y las entradas se venden -ahora- a cinco euros.

Carlos Cuadros explicó en la presentación de la programación teatral de este verano que el Niemeyer había multiplicado por tres las funciones programadas con respecto al año pasado. Lo cierto es que en agosto de 2016 en el complejo cultural de la ría se programó "Kijote Kathakali" y "Perra vida" y ahora "Fuente Ovejuna", de la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico (8 de julio), "El Florido Pensil. Niñas" (4 de agosto) y el estreno nacional de "El cíclope y otras rarezas de amor" (18 de agosto). Es decir, el crecimiento es de solo un espectáculo. "No nos preocupa el número de espectáculos, si no la calidad de las obras", ahondó más Carlos Cuadros. Al Partido Popular (PP), sin embargo, sí que le preocupa. Tanto como para preguntarse si existe o no concejalía de Cultura. En Izquierda Unida (IU) la inquietud es palpable. "Ha habido un paso atrás en la política cultural que nunca han sabido explicar", aseguró Juan José Fernández, el coordinador de la coalición y exconcejal de Cultura, precisamente.

La actual responsable explica la medida inédita de no programar teatro en verano por las "felices obras" de la sala principal del odeón de Manuel del Busto. Pero su argumento se sostiene débilmente si se tiene en cuenta que en 2012 se desarrolló una profunda remodelación en el mismo Palacio Valdés, tan profunda que el edificio se mantuvo cerrado entre enero y octubre de aquel año (la reinauguración se hizo con "Forests", de Calixto Bieito). Durante todo aquel año, el teatro se trasladó a Los Canapés, una sala que no fue recibida, al principio, con el aplauso de los espectadores tradicionales (no es lo mismo ver teatro en el edificio histórico que hacerlo en unas gradas). Sin embargo, el desdén inicial se tornó admiración y buena fortuna. La programación que se ofertó entonces fue extraordinaria: Juan Mayorga decidió estrenar en el barrio de Versalles "La lengua en pedazos" (24 de febrero), una obra destacada en la biografía del escritor porque debutó como director de escena y porque, por ella, recibió el Premio Nacional de Literatura Dramática.

Este verano la programación cultural del Ayuntamiento queda en nada y la afición tendrá que pasar a la ría, pero sólo en tres ocasiones. El Niemeyer se mueve por su orilla -la de la autofinanciación, la de acabar con la deuda generada por sus primeros gestores-, mientras que el Ayuntamiento de Avilés lo hace por la suya -ofrecer un servicio muy demandado y que ha colocado la ciudad en el mapa de las artes escénicas-. La colaboración mutua, en ocasiones, parece dura competencia. Falta conocer la programación prevista para el último trimestre de este año, el del veinticinco aniversario de la reapertura. Las expectativas están altas: seguro que hay más teatro que este verano.

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