El azote del mar ha provocado ya varios desprendimientos de tierra en el entorno del paseo marítimo más próximo a la iglesia de Santa María de Luanco. El último, hace unos días. El párroco, Cipriano Díaz, ha visto cómo en los últimos años varias rocas se han desprendido del firme por el que diariamente pasean decenas de peatones y más aún en verano. Díaz urge una escollera para poner fin a estos argayos y afecciones al terreno. Es más, el cura luanquín destaca que, hace poco más de un mes, la Demarcación de Costas reparó una cavidad horadada por la acción del mar que, curiosamente, había sufrido daños similares hace años, cuando el mismo organismo la reparó. En ambas ocasiones, Demarcación de Costas forró la zona con hormigón. La primera reparación de esa zona tuvo lugar en febrero de 2013; la segunda, en junio de 2017.

Cipriano Díaz apuntó además que el constante vaivén de las olas está haciendo peligrar la estructura de la iglesia de Santa María. Focaliza los daños en el lateral izquierdo del templo, en la zona donde las columnas del cabildo están más castigadas precisamente por el salitre y la acción del mar contra el pedrero que sustenta el paseo marítimo. "La iglesia no corre peligro para esta semana, y seguramente para la siguiente, pero para la tercera no lo puedo asegurar", expresa el párroco luanquín, preocupado por las humedades existentes y fácilmente apreciables en el lateral izquierdo del templo.

"La solución más sencilla es colocar una escollera que rodee el pedrero, de esta manera la iglesia estará más protegida", asegura Díaz, que ha advertido del nuevo desprendimiento tanto al alcalde, Jorge Suárez (PSOE), como a los agentes de la Policía Local, que visitaron la zona para conocer el alcance de los daños. El nuevo argayo está ubicado en la zona más próxima a la escalera de acceso al pedrero y, por extensión, a la denominada playa del cura, que es colindante con el muro del viejo muelle de Luanco.

La aparición de ese nuevo desprendimiento de piedras y tierras hace peligrar también, continúa Díaz, la estabilidad de las casas más próximas al pedrero anexo a la iglesia de Santa María. Así las cosas, el párroco luanquín demanda soluciones para dar estabilidad al templo que preside la céntrica calle de La Riba en Luanco y que además está catalogado como bien de interés cultural (BIC) desde hace veinticinco años.