Disponer de menús a la carta en función de las características genéticas de cada individuo, comprar el bolso que lleva la protagonista de la película que estás viendo y caminar por la ciudad a la velocidad de un autobús son tres de los ejemplos de consumo que parecen sacados de una película de ciencia ficción pero que ya son presente. Varios expertos debatieron ayer en los Cursos de La Granda sobre los retos de la innovación tecnológica en la próxima década y advirtieron de que el "cambio radical" auspiciado por dicha revolución obliga al tejido empresarial a innovar o morir. "En la medida en la que seamos capaces de acompasar los cambios de la competencia y tener una estructura de costes competitiva nos irá bien; si no, tendremos dificultades o quedaremos fuera", advirtió el catedrático Javier Uceda, exrector de la Universidad Politécnica de Madrid.

Los cambios, empero, no sólo entrañan retos empresariales, sino también sociales e incluso éticos. El director del curso, Juan Carlos Campo, director de la Escuela Politécnica de Gijón, hizo esta reflexión al término de la jornada: "¿Todo esto nos traerá un futuro tópico o distópico?" O, como preguntó el historiador Emilio de Diego, "¿será mejor el ser humano de dentro de diez años?" De Diego felicitó al director del curso por el "interés enorme y el magnífico nivel" de una jornada de reflexión imprescindible para un futuro que, como advirtió el sociólogo Jacobo Blanco, "está abierto".

El turno de intervenciones de la jornada lo abrió Ramón Xifré, profesor e investigador, quien esgrimió datos de la innovación en España para advertir de una "clara e innegable caída" en el número de empresas que la practican. "Hay partes en el ecosistema de la innovación que se están debilitando", advirtió. Y la crisis "sólo explica en parte lo que pasó, ahora estamos creciendo al 3 por ciento y la actividad innovadora no está repuntando tanto como debería". La distribución regional de esa innovación es muy desigual. "Asturias está a un nivel intermedio", señaló.

De Asturias, y de su estrategia de especialización inteligente, habló con detalle Eva Pando, directora del Idepa (Instituto de Desarrollo Económico del Principado de Asturias). "En 2012 Europa nos dijo a todas las regiones que para seguir contando con fondos Feder para financiar políticas de I+D+i teníamos que concentrar los recursos en las cosas en las que éramos buenos y podíamos diferenciarnos", empezó. Eso marcó un antes y un después, y tras un trabajo de año y medio se detectaron las cuatro fortalezas de la región: los materiales avanzados, las técnicas de fabricación, la biotecnología y las tecnologías de la información y la comunicación. "El objetivo estratégico es recuperar el liderazgo industrial a través de la tecnología", señaló. Y, tras señalar la alta supervivencia de las nuevas empresas de base tecnológica (del 70 por ciento después de cinco años) añadió que el tejido empresarial ya es consciente de que "hay que innovar muy rápidamente, incorporar nuevos productos al mercado, tejer una red de relaciones para colaborar".

El catedrático Javier Uceda Antolín habló de la digitalización del futuro, que ya ha dado el paso de conectarse con el mundo físico. "Las industrias se llenan de sensores que intercambian información de forma masiva con el medio físico. Esa información, con conceptos nuevos, como el internet de las cosas, va a revolucionar la manera en la que producimos y concebimos los productos, y va a aportar muchos cambios disruptivos", auguró.

Representantes de Arcelor y Thyssenkrupp, junto a la valenciana Biópolis, pusieron sobre la mesa los éxitos que les está deparando el apuntarse a la innovación. Con sello de Gijón es, por ejemplo, el ascensor del futuro, que se desplaza sin cables y en horizontal y vertical. "Se puede hacer innovación global desde Asturias y tiene un efecto tractor importante. Puede generar empleo, son tecnologías que arrastran mucha industralización detrás", destacó Javier Sesma, director de Thyssenkrupp Elevator Innovation Center. Y Daniel Ramón Vidal, director de Biópolis, habló de los retos del futuro en el mundo de la alimentación, con el reto de dar de comer a 9.000 millones de personas en 2050.