Julián Hernández (Madrid, 1960) lleva 35 años (o así) en "Siniestro Total", que es la banda que ha explicado, por ejemplo, que Galicia es "caníbal", que ha lanzado las grandes preguntas del universo y que no ha obtenido respuesta. También es aquel grupo que interpretó aquella nana que señala cómo las"cuatro esquinitas" de una cama ayudan a alcanzar el "nirvana". Y esto es sólo parte de un cancionero reunido -en una treintena de discos-, porque suyas también son "Bailaré sobre tu tumba", "Me pica un huevo" o "Los esqueletos no tienen pilila". Hernández a todos estos títulos y versos los llama "vieja artillería pesada" y es, precisamente, la que tiene previsto mostrar esta noche en el quiosco de la música del parque del Muelle de Avilés, en la primera sesión del festival La Mar de Ruido. Su regreso a Avilés en décadas.

-Hace la tira que no venían por Avilés.

-Pues si le digo la verdad: no lo sé. Por Asturias solemos ir, pero no recuerdo cuándo fue la última vez que tocamos en su ciudad.

-Allá por los noventa. Ahora sonarán en un escenario que es un quiosco belle époque.

-¡Qué bonito!

-Pues nunca les habría imaginado allí subidos.

-Que seamos punks no quita que podamos ser finolis y educados. Vaya, que sepamos guardar la etiqueta. No se preocupe, no asustamos ya.

-Hablando de asustar. ¿Vivimos un momento neovictoriano?

-Estamos sacando las cosas de quicio. La justicia tiene más cosas que hacer que condenar a César Strawberry o a Casandra o encausar a Javier Krahe. Como lo ha hecho, sólo nos queda pensar que algo falla, que tenemos un problema muy serio. Los límites de la libertad de expresión son los que marca la ley y está bien que sean vagos, porque no puede ser que esos límites los impongan las ofensas a los sentimientos. Si es así, hablamos de censura. Pero, en suma, todo este lío de los chistes sacados de quicio no son más que pérdidas de tiempo y estupideces. Lo peligroso es que toda esta campaña le dé de lleno a la sociedad hasta que crea que no está bien decir según qué cosas.

-Por ahí andamos, ¿no?

-Siempre pongo como ejemplo un monólogo de David Broncano sobre los límites del humor, ese que dice que no podemos hacer humor sobre Mahoma porque nos matan. No sabemos hacer otra cosa, y si nos matan es que tenemos una sociedad tocada. Seguiremos haciendo humor porque no queda más remedio, pero no es por tocar las pelotas. El humor es un sistema operativo; si se cae, no hay hardware o software que valga.

-El otro día el Instituto de la Mujer del País Vasco recomendaba qué canciones escuchar.

-Cuando se aconseja no hacer algo uno siente la necesidad de hacer lo contrario. Y esto que me pasa a mí, les sucede a otros. Sobre todo por la expansión de las redes sociales.

-¿Molaría estar en una lista de esas?

-Estamos en una de música en los bares, en otra sobre el odio. "Bailaré sobre tu tumba", que no tiene nada que ver con el odio.