La revolución tecnológica también está presente en los nuevos modelos de trabajo sanitario con las personas mayores. El concepto, tal y como lo explicó ayer el catedrático Francisco del Pozo -de la Escuela de Telecomunicaciones de la Politécnica de Madrid-, consiste en recoger todo tipo de datos de los hábitos y habilidades del anciano gracias a diferentes elementos, como sensores, para después analizarlos mediante herramientas de inteligencia artificial y poder extraer conclusiones útiles para los profesionales del campo de la sanidad. Del Pozo afirmó: "El cambio que deseamos está vinculado con el concepto de fragilidad, y pedimos a la tecnología que nos dé respuestas. Hay que pasar del escenario clínico, que es lo que se hace ahora en un departamento de geriatría, y donde se miden una serie de objetivos, de medidas y pesos, a un entorno donde el muestreo de datos sea más denso y más continuo".

En líneas generales, esta propuesta de trabajo consiste en instalar en el domicilio del anciano todo tipo de sensores que midan aspectos como su actividad, su facilidad para sentarse en una silla, su facilidad de movimientos, incluso su dieta. "Cuantos más sensores tengamos, mejor", afirmó Del Pozo, uno de los impulsores del Laboratorio Salgado Alba para la aplicación de tecnologías a las nuevas necesidades que definen el concepto de fragilidad. "Queremos que sean dispositivos ubicuos y continuos, que nos proporcionen datos de esas personas frágiles de forma continua y ubicua, en cualquier situación, no sólo en su visita a los centros asistenciales", explicó Francisco del Pozo.

El siguiente paso es el análisis de todos esos datos para poder extraer conocimientos. "El gran valor no son las herramientas que necesitamos, que ya existen, sino las bases de datos que tengamos o no tengamos". Y por último, evaluación clínica y coordinación de todas las personas implicadas en el proceso para mejorar la atención al anciano.

Tal y como explicó el director del curso, el doctor Leocadio Rodríguez Mañas, los destinatarios de estas medidas son personas que no están discapacitadas pero que pueden llegar a estarlo. "La tecnología nos puede ayudar a no llegar tarde para intervenir. No es complicado detectar que una persona que va en silla de ruedas tiene discapacidad, la gracia es detectar a aquél que es autónomo pero que puede quedar discapacitado en un año o dos si no hacemos nada".