San Agustín despidió sus fiestas sin atisbo alguno de la tormenta meteorológica que por momentos llegó a temerse. Tormenta hubo, pero fue de luz y sonido, a cuenta del vozarrón de la malagueña Diana Navarro y del espectáculo pirotécnico fin de fiesta. Un espectáculo de luz, color y ruido inundó el cielo avilesino para deleite de las miles de personas que abarrotaron el paseo Conde de Guadalhorce y el Centro Niemeyer. El segundo año consecutivo de Pirotecnia Pablo, empresa encargada de los fuegos, no dejó indiferente a nadie. Una "apoteosis blanca y azul", los colores de Avilés, fue el guiño definitivo para conquistar a los espectadores, en general satisfechos con el despliegue de campanillas, sauces llorones, huevos de dragón y volcanes. Y así hasta 1.528 artificios pirotécnicos que iluminaron el cielo de la Villa durante 15 emocionantes minutos. La gran traca final, muy estruendosa e inspirada en la famosa Descarga de Cangas, hizo vibrar de júbilo los tímpanos. El plan de seguridad contó con 91 personas y al menos 26 vehículos que velaron para que no hubiera ningún incidente durante los 900 segundos del espectáculo pirotécnico.

Antes de los fuegos que llenaron la ría de color, Diana Navarro salió al escenario del Niemeyer con las ideas claras. "Vengo dispuesta a dejarme la piel por vosotros", aseguró tras cantar "Yo voy a quererme". Y cumplió. Su potente voz, desgarradora por momentos, retumbó en una plaza del Niemeyer llena hasta la bandera. "Es un honor estar en Avilés. Vengo a deleitaros con mi último disco y espero que os llene de alegría y emoción", señaló después.

"Tiene una voz excelente. Sus canciones son de desamor, pero seguro que lo pasamos en grande", destacó María Lozana. Los avilesinos se echaron a la calle para disfrutar de la música y la pólvora como forma de despedir San Agustín hasta el próximo año.