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La lucha por la igualdad laboral

La mujer reivindica su papel en la pesca

El incipiente asociacionismo femenino, con exponentes asturianos, aspira a dar visibilidad al colectivo en un sector tradicionalmente dominado por los hombres

Sara Viña, en el exterior de la rula de Avilés, donde trabaja en tareas comerciales. MARA VILLAMUZA

Las mujeres del mundo de la pesca están revolucionando el sector, quieren dejar de ocupar un segundo plano y aspiran a conseguir el reconocimiento profesional de las tareas que llevan desempeñando desde hace años como rederas, comercializadoras, armadoras, anguleras, perceberas... casi siempre "invisibles", a la sombra de padres, hermanos y, sobre todo, maridos. Cuentan con el apoyo gubernamental y empiezan a asociarse para hacerser oír, pero el camino se presenta arduo.

"Hay que cambiar la idea de que somos un apoyo a la economía familiar, tenemos que ser protagonistas de nuestro trabajo y profesión", defiende Rita Míguez de la Iglesia, mariscadora, patrona mayor de Arcade (Pontevedra) y presidenta de la Asociación de Mujeres de la Pesca, de ámbito nacional, en la que está integrada la Asociación de Rederas de Bajura de Asturias, compuesta por cuatro mujeres de Luarca y dos de Lastres.

"Queremos hacer visible nuestro trabajo, somos las grandes desconocidas; se cree que las redes van de la fábrica al barco, pero además de hacerlas hay que mantenerlas", apunta Teté Costales Obaya, redera de la localidad colunguesa, que con María Margolles gestiona una nave industrial frente a la cofradía de pescadores donde llevan a cabo las reparaciones. Como complemento, en un ala de la instalación, han montado una pequeña tienda de objetos de artesanía elaborados con nudos y redes; también venden artículos de pesca deportiva. "Quiero ser redera hasta que me jubile, pero los ingresos no dan para tanto. Aquí no se saca un salario porque el oficio está poco considerado. Se dice que es caro y se regatea, pero si se avería un motor, entonces se paga sin rechistar. Somos rederas porque es una tarea que no se paga como corresponde, de lo contrario sería un trabajo de hombres", resalta.

Ante estas y otras limitaciones, la asociación a la que pertenece Costales pretende defender y promover los derechos e intereses de las rederas, así como promocionar, revalorizar y divulgar el trabajo artesanal que desarrollan. "Mientras no cambiemos la mentalidad de que las mujeres trabajamos por un salario y no para ayudar a la economía familiar, vamos por mal camino", expresa Teté Costales. En este proceso, los hombres de la mar tienen una asignatura pendiente. "Generalmente son muy conservadores, creen que su sector es de hombres y cuesta trabajo abrirse camino entre ellos, si bien en Asturias no todos los pescadores piensan igual", afirma la redera de Lastres.

Costales, que entró en el mundo de la mar al casarse con un pescador, lamenta el escaso número de rederas que quedan en Asturias. "Hace falta más mano de obra, se mantiene el trabajo gracias a la gente que fue toda la vida a la mar", indica para calificar esta actividad de "inestable, ya que genera mucho trabajo o nada. A la gente le gusta, le parece una tarea amena, pero con ella no se puede garantizar que se va a sacar un salario, ni siquiera para pagar autónomos".

Costales ama su profesión, que aprendió "con los marineros que estuvieron toda la vida en la mar, que conocen las redes y saben repararlas", relata, en una apuesta firme por esta actividad. "La profesión no puede desaparecer. Mientras haya un sólo barco tiene que haber quien repare las redes ya que se rompen con facilidad, y esto es un trabajo manual, no se hace con máquinas", subraya.

En este sentido, explica cómo son estas piezas según el arte de pesca. "En bajura, cada barco lleva varias, que van unidas. Cuando rompen, no merece la pena repararlas debido al elevado precio de la mano de obra, entonces se hacen unas nuevas y se aprovechan las cuerdas". Por el contrario, continúa, "las de cerco se arreglan siempre porque son muy caras al llevar una única, que puede medir hasta 600 metros de largo", dice , al tiempo que resalta la dificultad que entraña esta misión y el tiempo que requiere de formación. "Hacer los nudos y unir la malla se aprende rápido; por el contrario, tardé años en entender una red de cerco, en la que hay roturas que son como un puzzle y donde tienen que encajar todos las piezas", comenta.

Al igual que en el gremio de las rederas, la presencia femenina en el de las comercializadoras se cuenta con los dedos de una mano. Sara Viña da buena cuenta de ello, es una de las escasísimas mujeres que realizan este quehacer en la rula de Avilés, trabajo que le viene de herencia. Nació entre el pescado, su familia puso en marcha Asturpesca casi coincidiendo con su llegada al mundo hace 26 años. Es muy joven pero sobradamente preparada, cualidad que conocen bien sus clientes: restaurantes, cadenas de supermercados, exportadores... Para alcanzar la responsabilidad que ostenta actualmente estudió EADE y dice haber pasado por todos los niveles de la empresa, desde colocar el pescado en cajas hasta la Administración.

Se mueve en un mundo de hombres pero está rodeada de mujeres, ya que la plantilla de Asturpesca está formada en su mayoría por trabajadoras. "Mi padre siempre contrató más mujeres que hombres", dice de quien le ha enseñado todo lo que sabe del sector, al que califica de "cerrado" para las de su mismo sexo. "En las fabricas son mujeres, pero no se ven; los hombres compran y cargan el pescado y ellas están atrás haciendo el trabajo duro", resalta para comentar el segundo plano que tradicionalmente ocupan, incluso las armadoras. "Hay dueñas de barcos pero no navegan y no sé por qué; quizás porque queremos conciliar la vida familiar", declara.

Rebate el tópico de que las mujeres complementan el salario familiar, "cuando en realidad son muchas las que mantienen la economía de una casa", asegura con rotundidad quien se siente una privilegiada al poder desempeñar la actividad que realiza -"requiere mucha mano izquierda porque se pone mucho dinero en juego en poco tiempo"- pero también por no haber encontrado hasta el momento barreras por ser mujer, "sí por ser joven". En este sentido menciona que "a veces me llaman niña, otras no me toman en serio, e incluso algunos clientes me dicen que les llame mi padre; también hay los que, por el contrario, aseguran que prefieren tratar conmigo".

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