Ninel Orejudo está nerviosa. "Muy nerviosa". Este fin de semana volverá a pasear por una ciudad en la que nació hace 60 años, de la que se fue con 7 y a la que llegó su madre, Carmen Orejudo, con tan sólo 8 años: Moscú. Ninel partió ayer del aeropuerto de Santiago del Monte junto a otros siete asturianos, descendientes de aquellos pequeños que el 23 de septiembre de 1937 partieron del puerto de El Musel en la bodega de un carguero rumbo a la lejana Rusia, país que festeja este fin de semana el 80.º aniversario de la acogida de los "niños de guerra" españoles. Desde Asturias sólo viaja "la niña" Araceli Ruiz, nonagenaria gijonesa que conserva la memoria lúcida de la juventud: "Con 93 años me voy a Rusia otra vez", se despedía sonriente ayer en la cafetería del aeródromo asturiano minutos antes de embarcar hacia el país en el que desembarcó cuando sólo tenía 13 años.

Araceli Ruiz es la presidenta de la Asociación de Niños de la Guerra de Asturias, y no se cansa de repetir la historia de su vida, la de los niños asturianos que huyeron de la contienda civil aquel lejano 23 de septiembre. Ese día sigue en su memoria "como si fuese ayer". Aquella travesía duró una semana, acabó en el puerto de San Petersburgo y en el país comunista vivió Araceli durante 43 largos años. "Este viaje es especial, significa que sigue interesando la historia de los 'niños de la guerra'. Lo que espero es que lo que nosotros pasamos no se repita", decía ayer antes de partir de nuevo, esta vez con billete de vuelta.

El viaje del que habla ha sido organizado por la asociación Archivo Guerra y Exilio (AGE). Como la delegación asturiana, partieron ayer hacia los aeropuertos de Domodedovo y Sheremetyevo treinta y siete españoles más, procedentes de País Vasco, Madrid, Burgos, Cataluña, Palma de Mallorca y Valencia. Todos se trasladan hoy a la ciudad de Obninsk, donde se desarrollará el homenaje a los pequeños españoles que huyeron de los bombardeos franquistas.

"Nací en Moscú y con 7 años nos mudamos a Moldavia. Abrieron allí una cátedra española, estaban buscando gente nativa y nos fuimos para allá. Desde Moldavia nos vinimos a Asturias cuando tenía 21 años y no regresé más a Rusia. Estoy muy nerviosa. Vamos a estar allí sólo cinco días y quiero hacer tantas cosas. Me gustaría visitar donde vivieron mis padres, las casas por las que pasamos, contactar con los familiares con los que perdí el contacto (mi padre era ruso y murió en el año 1977)", explicaba ayer en el aeropuerto de Asturias Ninel Orejudo, que viaja acompañada de su marido, Manuel Barrio, y de otra familiar, Rosa Fernández.

Ésta es ya la cuarta vez que el avilesino Francisco Lago vuelve a su Moscú natal, del que partió cuando tenía 8 años para crecer en la Asturias de sus padres. Es hijo de la "niña de la guerra" Nieves Cuesta, que inmortalizó su experiencia en el libro "Simplemente mi vida" (Azucel, 2009). "Cuando nos propusieron ir a Moscú lo recibimos con mucho encanto y como mis padres faltan ya, decidimos apuntarnos, creíamos que teníamos que estar", señaló el avilesino, que viaja con su esposa, María Isabel Alcoba.

¿Y qué recuerda el niño Francisco Lago Cuesta de aquel viaje a la inversa? "Cuando vine a España ya llevaba tres años de colegio y sabía leer y escribir perfectamente en ruso. En seis meses me olvidé del idioma y de todo aquello. Era el 56 y tenías que olvidarte de todo vestigio ruso, de todo aquello que pudiese representar ser distinto a los españoles de aquí, de los que ganaron la guerra. Había que pasar lo más desapercibido posible. Recuerdo los cabreos cuando te llamaban el ruso. Era un insulto".

Los "niños de la guerra" y sus descendientes son ahora como héroes en el país de Vladimir Putin. El próximo miércoles regresarán a Asturias con la maleta cargada de más recuerdos con los que seguir haciendo historia.