Despedida multitudinaria. El tanatorio de Avilés se quedó ayer pequeño por Élida Fernández, la atleta de 56 años fallecida hace dos días en el espigón de San Juan de Nieva tras ser engullida por una ola mientras corría. Decenas de amigos y amantes del "running" acudieron para arropar a su marido, José Manuel Fernández, a sus dos hijos (José Ángel y Saúl), a sus padres y a sus cinco hermanas, que eran incapaces de contener el llanto. "Estamos rotos, destrozados, todavía no nos lo creemos", señaló una prima de la fallecida, en nombre del resto de allegados. La sala número ocho estuvo a rebosar, ya que Fernández era muy conocida en la comarca por su gran afición al atletismo amateur. El entierro será hoy a las 13.00 horas en la iglesia de San Nicolás de Bari.

José Ángel y Saúl Fernández, los hijos de la corredora, no podían contener las lágrimas a las puertas del tanatorio. El primero de ellos, que vive en Mallorca, llegó en avión desde Madrid después de dar la vuelta en carretera por el fuerte temporal, que mantuvo durante horas a miles de conductores atrapados en la autopista AP-7, en la provincia de Segovia. El segundo también cogió un vuelo desde la capital, donde reside desde hace tiempo. Consolados por sus tías y otros familiares, trataban de asimilar lo sucedido. Ambos estaban completamente desolados.

Uno de los que peor lo está pasando, según relataban ayer familiares y amigos, es el marido de la fallecida, José Manuel Fernández, "Chechu", como le llaman sus íntimos. No pudo pegar ojo en toda la noche, tal y como señaló un compañero de trabajo de la fábrica de Arcelor-Mittal, que prefirió guardar el anonimato. Esta misma persona relataba ayer que el mazazo ha sido durísimo: "No ha muerto sólo su mujer, ha muerto su novia de siempre, con la que pasó toda la vida".

Pablo Álvarez Ortiz, la otra víctima del oleaje en el dique, también acudió a despedirse de Élida Fernández. Su visita se produjo a media tarde y fue breve. El corredor recibió ayer el alta hospitalaria y, aunque aún tiene lesiones físicas, las psicológicas son mucho más grandes. "Revive el accidente todo el tiempo", comentaba Lucía González, compañera del grupo de running Parque de Ferrera, cofundado por Élida Fernández y que recibe el nombre de "Los Verdes" por su indumentaria en el mundillo del atletismo amateur.

"No quiere hablar, está todavía muy afectado", explicaba Lolo Madroño, amigo de la mujer, y uno de los cinco corredores que la fatídica mañana del sábado salieron del parque Ferrera y siguieron por la carretera general de Salinas en vez de acompañar a Fernández y Álvarez por el espigón de San Juan de Nieva.

Fue donde una ola se tragó a ambos. Él logró salir por su propio pie y pidió ayuda. Después, se adentró en la escollera para tratar de salvar a su compañera junto al policía local de Castrillón Daniel Wei y el bombero Antonio Fernández. Otro embestida del mar dejó a los cuatro atrapados y tuvieron que ser rescatados por el helicóptero de emergencias, todos heridos. Élida Fernández murió tras 40 minutos de reanimación.

Muchos fueron los corredores que acudieron a la despedida, entre ellos, el concejal Manuel Campa, amante del running. Una de las coronas que recibirá mañana Fernández llevará un dorsal de atletismo, tal y como desveló ayer una de sus primas, entre lágrimas. Al tanatorio también llegaron flores de los juzgados de Avilés, donde la corredora trabajaba de limpiadora, al igual que en una farmacia de la calle Llano Ponte.

Las condolencias no sólo salieron de sus círculos íntimos. En las redes sociales, la organización de la maratón de Sevilla, prueba para la que Élida Fernández se preparaba el día de su muerte, tuvo un detalle con la familia: "Lamentamos profundamente el fallecimiento de una corredora que entrenaba para el maratón Sevilla". Las autoridades políticas de Castrillón también se expresaron al respecto. Izquierda Unida y el PSOE lo hicieron el mismo sábado. Ayer, el Partido Popular trasladó su pésame.