A la sala número ocho del tanatorio de Avilés acudieron ayer decenas de personas para despedir a Élida Fernández, una mujer muy querida en los círculos de corredores de la ciudad. Entre los visitantes, estuvo Pablo Álvarez, el corredor que cayó con ella al espigón de la playa de San Juan de Nieva y que después se lanzó a rescatarla, sin éxito, arriesgando su vida.