La iglesia de San Nicolás de Bari se llenó ayer para dar el último adiós a Élida Fernández. El funeral por la corredora, fallecida tras ser engullida por una ola el pasado sábado en el espigón de la playa de San Juan de Nieva, fue multitudinario. Su marido, sus dos hijos, sus padres y sus cinco hermanas se despidieron de ella entre desgarradores gestos de dolor. "Su muerte tan repentina causa un dolor enorme, pero Élida ha llegado a la meta, a un nuevo nacimiento", dijo Francisco Alejandro del Rey, el párroco de La Luz, encargado de oficiar la misa. Una vez finalizada, el féretro fue trasladado al tanatorio de Avilés, donde fueron incinerados sus restos mortales.

"El día ha sido igual que el primero y que el segundo, seguimos muy fastidiados", explicó Lolo Madroño, amigo personal de la atleta, presente en el funeral. Madroño pertenece a "Los Verdes", el grupo de atletismo del Parque Ferrera que Élida Fernández fundó 15 años atrás. Lucía González, también corredora del mismo equipo, añadió que "fue muy duro, procuramos estar todos los compañeros juntos y dejar a la familia tranquila porque era un día íntimo para ellos".

Precisamente, durante la ceremonia, el sacerdote incidió en este aspecto: "Los parientes de Élida están muy agradecidos de las masivas muestras de apoyo, pero necesitan descansar". A las puertas de San Nicolás de Bari se concentraron decenas de personas. Entre ellas, autoridades como la alcaldesa de Avilés, Mariví Monteserín, la concejala de Deportes, Ana Hevia, y el de Promoción Económica, Manuel Campa, amante del running. Otros grupos de corredores, como "Los Chanwas" y "Yes We Run", también acudieron. "Vinieron también atletas de Avilés, de Salinas y de otras partes de Asturias", destacó Madroño, antes de una ceremonia abarrotada y sentida.

En las escaleras del templo, decenas de personas se congregaron en un respetuoso silencio, roto de forma involuntaria por algún llanto aislado. Los dos hijos de Élida Fernández, Saúl y José Ángel Fernández, junto con otros allegados, cargaron el féretro a hombros. En ese momento, el dolor rompió en aplausos. Tras el grito de "Viva Élida", que uno de los presentes chilló con voz rasgada, se inició la misa.

El acto religioso estuvo trufado de referencias al running y a la personalidad de la mujer que perdió la vida, tras no poder ser reanimada por los servicios de emergencia junto al dique, tras cuarenta minutos de maniobras de primeros auxilios. "Para los cristianos, la muerte no es el final sino un nuevo nacimiento. Por eso, Élida Fernández ha llegado a la meta", destacó el sacerdote. "Era una persona llena de vida, duele que se haya marchado de forma tan repentina, su ausencia será muy notada", añadió.

Próximos homenajes

Tras la misa, los familiares abandonaron la iglesia en busca de intimidad. El grupo de corredores del Parque Ferrera se preocupó de dejar ayer un ramo en el espigón donde Élida Fernández cayó mientras se ejercitaba para correr la maratón de Sevilla del 28 de febrero. No es el único homenaje que sus compañeros le practicarán.

Entre las actividades definidas, el próximo sábado a las 9 de la mañana, en el banco donde se reúnen cada mañana para salir a correr, todos los grupos partirán al trote hacia el Ayuntamiento de Avilés, donde guardarán un minuto de silencio. Se barajan también otras propuestas, entre ellas soltar 56 globos, por la edad que tenía la fallecida. También, varios corredores se plantean ir corriendo desde El Parche hasta el espigón donde la atleta fue engullida por una ola y dejar un ramo de flores en honor de su compañera y líder.