Mario Vaquerizo (Madrid, 1974) es muchas cosas. Fundamentalmente, periodista y representante de Alaska, su esposa. Desde hace algún tiempo, también actor de teatro. En "El amor sigue en el aire", una función que se representa en el Niemeyer este sábado (20.30 horas). No hay entradas.
- Esta es la primera vez que hace de actor de carne y hueso.
-Es cierto que hice un cameo con Santiago Segura, que me ha dirigido Amenábar. Lo principal es saberte el texto y repasar y no improvisar.
- ¿Y puede?
-Hago de Paco, un tipo medio hippy, un colgado de la vida bohemia, todo lo contrario a mí, que creo en la propiedad privada. La ventaja es que los dos somos buenos tíos.
- ¿Pensó alguna vez en ser actor?
-No. Mi vida laboral está ya diseñada: soy periodista y represento a Alaska. No me apetecía ser actor de teatro, no me veía capaz. Había colaborado con Félix Sabroso, el director, durante cinco días. Con "El amor sigue en el aire" me tiré a la piscina. Soy una persona muy seria en todo lo que hago. También es cierto que soy muy poliédrico. No puedo renunciar a mi incontinencia verbal. Ensayo con mi mujer todos los días en casa. Manuel Bandera, mi hermano en la función, es un hombre que es capaz de andar y hablar a la vez, que parece fácil, pero no lo es. Gracias a él he trabajado muy a gusto. El resultado es un trabajo muy digno. Lo han dicho los críticos.
- ¿Para seguir?
-Me ha picado. Ya tenemos otro proyecto con la misma compañía: para el próximo año. Viajamos juntos en la Nancyfurgo. Hacemos vida de compañía, como Fernán-Gómez en "El viaje a ninguna parte". Nosotros, cada fin de semana, hablamos del amor, de sus estados de ánimo. Y, al final triunfa. Además están las canciones: de "Fangoria", de "Ella baila sola".
- ¿Y qué me dice de su amor?
-No daban un duro por mí y por Alaska y aquí seguimos 19 años después.
