Tenían sed los miembros de la Cofradía del Santo Entierro de la Sardina, lo que generó una rareza incómoda durante los minutos que se retrasó la procesión de clausura del Antroxu. Según ha sabido este medio, la comida fue copiosa: pote asturiano, merluza en salsa, postre y un número de chupitos, copas de vino y cubatas que por cuestiones de moralidad prefirieron no revelar. "Daremos, eso sí, menos de 0,25 pero algo más de 0,10", explicó el "obispo" Germán Rubín, mientras apuraba una cerveza. Aún así, el menú no era la causa de la demora. Al parecer, según Teo el escribano faltaba la gente de Llaranes, y como no podía echársele la culpa a San Valentín, por respeto a la Sardina se le echó al balompié: "Mucho merengón escondido hay aquí".

El caso es que por unas cosas o por otras, la cofradía sardinera, que tenía la hora de salida fijada a las 19.30 horas no empezó literalmente a criticarlo todo hasta casi las ocho. La gente en la plaza del Carbayo se entretenía como podía. Las plañideras, por ejemplo, antes de llorar en el velatorio, se consolaron con un indígena en taparrabos. El africano llevaba la prenda más por costumbres coloniales que por utilidad -tenía el miembro viril atado a un tridente que portaba en su mano derecha-. "Toma, bendición y media", dijeron desde la carroza, cuando las plañideras, de todos los géneros, agarraban el mango de uno de los dos artilugios citados. También, unas niñas entradas en años disputaban su particular Liga de Campeones en un improvisado partidillo al pie de la iglesia de Santo Tomás de Canterbury. En uno de los equipos jugaba una muy alta qué rápidamente se quedó sin rivales. Ella, invocando el espíritu de Manolo Preciado, siguió marcando dianas sola: no hay mejor forma de respetar a un rival que marcarle todos los goles posibles.

Al final, ya cuando el Madrid saltó a calentar al Bernabéu en las teles de las tascas de la plaza, empezó el velatorio. En el testamento de la Sardina se cargó contra "eme punto Rajoy", Pedro Sánchez, Podemos, Ciudadanos, Susana Díaz, Mariví Monteserín y hasta los mayorinos del Angliru. Un tipo vestido de payaso pedía implicación a las masas. No fue hasta que el coronel Tirovidrio le quitó el micro, cuando la gente se lo tomó en serio, en una metáfora de la historia de España. Minutos después, la Sardina ardió en una pira. Ya sólo quedan 364 días para el Antroxu.