El Palacio Valdés se abrió ayer de par en par para los estudiantes avilesinos (y unos pocos, también, de Oviedo). Sobre las tablas, la tragedia "La edad de la ira", una producción de la "Joven Compañía", un texto de Nando López. El entusiasmo de los 646 alumnos de institutos y colegios que se acercaron al odeón avilesino, muchos por primera vez, fue más que evidente: carcajadas, oes, silbidos de admiración incluidos... Todo para subrayar el amor, la angustia y hasta los discursos incrustados en el texto sobre qué es la vida, sobre quiénes son los adolescentes y sobre la voz que buscan los bachilleres.

Algunos de los alumnos que llenaron la platea del Palacio Valdés en las dos funciones celebradas ayer por la mañana han probado suerte ya como actores verdaderos. Lo de ayer fue el inicio del ciclo "Aulas a escena", pero lo que está por venir -a la vuelta de la esquina- son las Jornadas Escolares. "Tenemos 32 personas en el grupo de teatro. El año pasado incluí a los profesores, este año vendrán algunos padres", confirmó Paloma Rodríguez, la coordinadora de Teatro de La Magdalena, uno de los institutos que mandó a parte de sus chicos a la mañana teatral de ayer. Los otros centros fueron el IES Número 5, los colegios del Buen Consejo, San Nicolás, Santo Ángel y hasta el Nazareth de Oviedo.

"Vamos a llevar todo el instituto al teatro en este ciclo", señaló Mariano Marín, profesor de Filosofía del Número 5. Miriam Enríquez, de Lengua, admitió que las funciones pasan a ser tema de discusión en clase. "Docere et delectare", o sea, que el ciclo que echó a andar ayer sirve para que "hacer público", pero también para ampliar bagaje. Y, además, "para pasar un buen rato", según confirmó un grupo del Buen Consejo a la salida de la función de mediodía.

"La edad de la ira", el espectáculo de la "matinée" de ayer, cuenta la historia de Marcos (Álex Villazán), de Sandra (María Valero) y Raúl (Javier Ariano). Los tres son compañeros de instituto, más que amigos. Una muerte se cierne sobre ellos. Los aplausos finales fueron de celebración. Y también el interrogatorio a los actores cuando dejaron atrás sus personajes. Villazán fue el que abrió juego. Y había mucho: celos, violencia, homosexualidad, represión...