La inauguración del Festival de la Marañuela de Luanco arrancó ayer en la calle Pérez de Ayala con el acto de inauguración oficial, presidido por el alcalde de Gozón, Jorge Suárez. La cita se prolongará hasta el domingo, cerrando la Semana Santa ese día junto con la Procesión de la Venia, el evento más importante de la villa en esta época.

El festival celebra su trigésima primera edición y en él participan cinco asociaciones vecinales del concejo: Asociación de Vecinos El Pico, de Bañugues; Amas de Casa de Luanco; Asociación de Muyeres Enlaze, de Laviana; Asociación de Mujeres La Cardina, de Bocines; y Patronato Las Escuelas, de San Jorge de Heres.

Cada caseta pone a la venta marañuelas y bollos, a un precio de siete euros la docena y 3,50 la media. Este año, el Ayuntamiento ha aportado a todos los puestos de venta folletos para repartir a los visitantes y explicar el proceso de elaboración de este típico postre luanquín. Un producto que se llevaban los marinos porque las marañuelas, al cocerse sin agua, conservan su sabor y textura durante muchos días.

Jorge Suárez, alcalde del municipio, empezó por "dar las gracias a las cinco asociaciones que hacen que esto sea posible" y recordó que "las marañuelas forman parte de la historia de este concejo".

La inauguración se llevó a cabo con un ojo puesto en los mostradores repletos de marañuelas y el otro en un cielo que amenazaba lluvia, aunque permitió que el acto inaugural se llevase a cabo al aire libre. "La previsión meteorológica no es buena, pero hay muchos días para que se pueda conseguir una venta importante", vaticinó el Regidor, que deseó a los participantes "buena venta" antes de lanzarse a "probarlas todas".

En la inauguración no podía faltar la más famosa elaboradora de marañuelas de Luanco, Cuca, la Montañesa, que a sus 86 años ha dejado la masa y el horno por su salud, pero que no pierde el humor ni las ganas de hablar: "Soy muy charrana", confesaba antes de animarse a explicar que empezó a hacer marañuelas con diez años. "Mi madrina me las daba como bollo el domingo de Resurrección y tanto me gustaban que aprendí a hacerlas. ¡Maldito día me lancé a hacerlas! Ya no paré", relata.