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El Puerto de Avilés se propone multar por acceder al dique de San Juan en días de oleaje

La constante entrada de paseantes al espigón pese a la muerte de una atleta indigna a los vigilantes: "Es inadmisible"

Dos viandantes caminan por el dique de San Juan desafiando el peligro de las olas, como la que rompe en el centro de la imagen, con los Gauzones de Salinas al fondo. RICARDO SOLÍS

El dique de San Juan, donde el pasado 6 de enero perdió la vida engullida por una ola la "runner" avilesina Élida Fernández, se ha convertido en un quebradero de cabeza para los responsables de la Autoridad Portuaria de Avilés, la institución de la que depende la seguridad en la zona. Ni el todavía fresco recuerdo de la tragedia vivida el día de Reyes, ni el refuerzo de las señalizaciones que advierten de que está prohibido el acceso al dique, ni la mayor presencia de agentes de la Policía Portuaria en la zona impiden que día sí y día también decenas de personas se adentren por el espigón, ya sea andando o corriendo, desoyendo la prohibición de paso y poniendo en peligro su vida.

Así lo constatan los encargados de la vigilancia en el dique, hasta tal punto de que el propio presidente de la Autoridad Portuaria, Santiago Rodríguez Vega, ha tomado cartas en el asunto y advierte de que, en caso de persistir la mala -y peligrosa- costumbre de jugársela sobre las piedras del San Juan, "valoramos dar órdenes a la Policía Portuaria para que comience a identificar a los infractores y, llegado el caso, sancione las conductas reprobables".

Los intrépidos que saltan la cadena que cierra el paso al espigón infringen la prohibición expresa de acceso de la que se informa en un cartel clavado en el lugar, e incluso algunos hacen pitorreo de las llamadas de atención que realizan los policías portuarios cuando, de ronda por la zona, pillan a alguien dentro del dique. La presencia de los vigilantes del puerto es más frecuente desde el pasado enero los días que, como ayer, las olas alcanzan tal altura que desbordan el dique arrastrando a cualquiera que camine sobre ella.

La sanción a la que se exponen quienes infringen la prohibición de acceso al dique es de trescientos euros, en virtud del reglamento regulador de usos de los espacios portuarios. Desde la presidencia de la Autoridad Portuaria se apela al "sentido común" de la gente para no tener que multar, pero del mismo modo se hace ver que es "inadmisible" la puesta en peligro de vidas de forma tan gratuita.

La muerte de Élida Fernández puso de manifiesto de forma dramática el peligro del oleaje en el dique de San Juan. Una gran ola lanzó a la fundadora del grupo de "running" del parque de Ferrera contra la escollera del espigón. La acompañaba otro corredor, Pablo Álvarez Ortiz, que también cayó, pero logró regresar al dique por sí mismo y dio la voz de alarma. El operativo de rescate dispuesto sacó a tierra a la atleta, pero no logró sobrevivir.

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