Pese a su corta estancia en la presidencia de la Autoridad Portuaria de Avilés (de julio de 2011 a junio de 2012), Raimundo Abando fue la persona sobre la que recayó la responsabilidad de firmar la recepción de una de las obras más importantes de las realizadas en el puerto: la primera fase de los muelles de Valliniello, por un importe de 24.760.770 euros. Además, ese proyecto venía "envenenado": las constructoras adjudicatarias, FCC Construcción y Alvargonzález Contratas, reclamaban entonces un pago extraordinario de 11.573.416,87 euros por ampliaciones de obra y diferencias de precios surgidas en el transcurso de la realización de los trabajos. Abando firmó la recepción de la obra y a su vez la negativa a asumir la existencia de ese sobrecoste.

El Tribunal Supremo acaba de zanjar el tema al no admitir a trámite el recurso de casación que interpusieron las constructoras tras fracasar en las instancias judiciales previas en su intento de cobrar un 46,74 por ciento más del precio de adjudicación. El Puerto de Avilés no tendrá que pagar sobrecoste alguno y Abando se congratula doblemente: "Me alegro por la institución y también porque este caso ejemplifica el fin de una ciclo, de un modo de hacer las obras públicas que me parece censurable".

El expresidente portuario se refiere a la práctica, que llegó a estar muy extendida, de competir muy a la baja en las adjudicaciones de obra pública con el propósito, una vez logrado el proyecto, de "engordar" el presupuesto inicial hasta cifras más próximas al verdadero coste de los trabajos valiéndose para ello de argucias como las ampliaciones de obra, las desviaciones de costes o los problemas técnicos, entre otras causas socorridas.

"A la vista de los informes técnicos elaborados en su día por los profesionales del Puerto, yo lo tuve claro desde el primer momento: era admisible una diferencia sobre el precio de adjudicación de 1,5 millones, pero de ninguna manera un proyecto de 24,7 millones podía crecer hasta 36,2 millones como pretendían las constructoras. Y por eso firme la disconformidad con el sobrecoste planteado", explica Raimundo Abando. El expresidente celebra que ahora las empresas "afinen" bastante más cuando concurren a una adjudicación, "señal de que las cosas han cambiado y ya no vale aquello de tirar el precio en el convencimiento de que luego podrán recuperar la diferencia por otras vías".