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La escuela de Luanco se queda pequeña

La demanda de plazas en el centro de Educación Infantil crece cada año y llega a tener lista de espera

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En clase: la escuela infantil de Gozón

La villa marinera de Luanco está presente este trimestre en la programación educativa de la escuela infantil de Gozón. A través de dibujos, fotos, carteles y abundantes juegos, los pequeños del centro de la calle Madrid se familiarizan con el entorno en el que viven. Estas actividades forman parte del proyecto "Conociendo Asturias" que desarrolla este curso la escuela municipal y mediante el cual los alumnos descubren los animales que habitan la región o las formas de vida y el arte de los antepasados.

"Cada año y en función de las rutinas diarias de los niños -basadas en la alimentación, el descanso y el aseo- desarrollamos un proyecto educativo", explica Alejandra Bernardo, directora de la escuela a la que acuden 54 niños de entre tres meses y tres años de edad. "Estamos al máximo de capacidad y desde hace varios años el número de solicitudes es superior al de plazas por lo que hay lista de espera; la escuela se ha quedado pequeña", recalca la educadora para también anotar la gran ventaja de un centro de dimensiones reducidas y con pocos alumnos. "El trato es muy familiar y el trabajo muy personalizado", añade.

La estrecha relación con las familias es vital para las educadoras de este ciclo. "Es importante que al llegar por la mañana nos digan si el niño durmió bien o si tiene algún problema", indica Noelia Galán mientras balancea dos hamacas ocupadas con sendos bebés a punto de vencerles el sueño. Está acompañada en el aula ocupada por menores de un año por Luz Ana Braña Cobas, que destaca los cambios de los niños entre los tres meses -la edad mínima para acudir a la escuela- y un año. "Varios entraron con cuatro meses y a lo largo del curso vamos viendo una evolución muy grande, ganan en autonomía", observan.

Por su parte, las aulas de uno a dos años son más activas y con mayor número de niños. Comienzan el día con una asamblea en la que se saludan, cantan y conocen las actividades que van a realizar para establecer hábitos y rutinas, manifiestan Covadonga Suárez Gómez y María García González. Estos días, educadoras y alumnos están centrados en las profesiones y construyen rincones que representan los lugares de Luanco a los que suelen acudir los niños, como el centro de salud, la biblioteca o el supermercado; también preparan un buzón de correos y escribirán una carta, relatan las maestras, que lamentan igualmente la limitación de espacio necesario, dicen, para la movilidad de los pequeños. "A principios de curso algunos no caminan, pero en pocos meses cambian mucho; también empiezan a hablar", señalan. Como curiosidad entre uno y dos años, el número de niños triplica este curso al de niñas.

El patio cubierto es, por contra, la zona más amplia de la escuela y donde los pequeños juegan y corretean a la hora del recreo en días de lluvia o bajas temperaturas. "Aquí hay que estar muy pendiente de ellos, con los ojos muy abiertos", afirma Alejandra Bernardo mientras observa el descenso de los niños por los toboganes. Con buen tiempo, el momento del recreo tiene lugar en el parque recién construido por el Ayuntamiento en el exterior del edificio, que se encuentra a pocos metros del colegio público El Vallín, con quien comparte la cocina.

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