Celia Mesa González cruzó la puerta de la jubilación hace unos meses, pero el ejercicio de maestra sigue impregnado en su piel. Ya no viste la bata de profesora ni acude cada mañana a las coloristas y alegres aulas de Educación Infantil del colegio Principado como en los últimos treinta años (anteriormente trabajó diez en La Magdalena). En esta nueva etapa de su vida, la profesora visitó hace unos días a los más pequeños del centro de Jardín de Cantos para contarles uno de los cuentos que integran el libro que acaba de publicar. Reúne relatos escritos hace más de dos décadas y guardados desde entonces en un cajón. Están basados en vivencias infantiles y aparecen acompañados por dibujos hechos por los alumnos y celosamente guardado por ella durante todo este tiempo. "No quería tirarlos, y al jubilarme decidí hacer este libro", relata, con gesto amable.

Para el proceso de elaboración contactó con dos de sus antiguos alumnos: Matilde Sánchez y Diego Fernández, a los que mostró los dibujos -"desconocían su existencia"-, y preguntó qué recuerdos tenían de los primeros años escolares. "Fue una sorpresa ver que Matilde recordaba con todo lujo de detalles el edificio del colegio, las actividades y el trato; Diego, por su parte, me dijo que yo era como su mamá", relata esta mujer, que emana cariño hacia los niños que pasaron por sus aulas. "Tengo a todos los alumnos en mi corazón", manifiesta.

Natural de Pola de Allande, Mesa se crió en Avilés. Es la menor de cinco hermanos y confiesa haber tenido una infancia plena, llena de juegos. Quizás las horas que disfrutó con el cascayo, la queda, la goma, las tabas, la comba o recortando mariquitas la han convertido en una defensora a ultranza del juego. Es más, considera que es la asignatura principal de los más pequeños, con los que confiesa sentirse feliz. "Para ser maestra tienen que gustarte los niños; de lo contrario, pierdes el tiempo", apunta quien dice gozar observándolos.

Sensibilidad, tacto, paciencia, positivismo o implicación son, según Mesa, algunas de las cualidades que ha de reunir un maestro de infantil. "Los niños no requieren prisa, vivimos a mucha velocidad y ellos tienen que adaptarse al ritmo de los adultos, cuando no debería ser así", observa, para recalcar la necesidad de ahuyentar los miedos que invaden a los más pequeños, "porque, de lo contrario, no crecen sanos. "Si son felices no van a tener obstáculos en el desarrollo", recalca.

En la larga trayectoria profesional que suma cuarenta años ha visto muy variados métodos y modelos de educación. Con pros y contras considera que, a la hora de aplicar cualquier de los que hubo, hay y habrá deben prevalecer aspectos como la implicación del docente, el refuerzo positivo, el acompañar al niño y darle seguridad. La palabra "respeto" está permanentemente en su discurso de forma tajante. "El profesor es el pilar del aula, el espejo en el que se miran los niños, que aprenden viendo cómo reaccionamos, por lo que debemos ser muy respetuosos, educados y mantener las formas", dice con clara determinación. "Somos un referente", añade. En este sentido, apuesta por el cuidado del lenguaje. "No vale todo, hay que manejar un lenguaje correcto porque lo captan todo y van a imitarnos siempre", remata la exdocente.

En el transcurso del proceso educativo, Mesa se muestra claramente contraria al castigo. Considera que "hay que ver qué les pasa; a los niños que parecen problemáticos debemos dedicarles más tiempo hasta averiguar qué hay detrás de las malas conductas", aclara esta mujer a la que la jubilación le ha abierto las puertas del deporte y la música. No quiere estar quieta y va a combinar el ejercicio físico en la piscina con los estudios de guitarra. La música formó parte de su formación como persona. Estudió solfeo, coral y guitarra en el conservatorio municipal "Julián Orbón", pero la falta de tiempo la llevó a abandonar el centro de la calle Julia de la Riva. Ahora, está decidida a retomar la clases: "Estoy desempolvando la guitarra, espero que los dedos doblen bien".

En ese afán de mantener una vida activa también sopesa sacar algún día a la luz las canciones de juegos tradicionales que tiene escritas y grabadas en cintas cassette desde hace años. Quizás éste sea el próximo reto de Celia Mesa González que, por supuesto, continuará contando cuentos a los niños.