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Un amor de tres cuartos de siglo

África Díaz y Manuel González celebrarán 75 años de matrimonio en la iglesia de Bayas, donde sellaron una relación que nació en una sala de baile

Manuel González Cueto y África Díaz Rodríguez, de 97 y 98 años, respectivamente, ayer, en Avilés R. S.

La vida ha sido generosa con el matrimonio formado por África Díaz Rodríguez y Manuel González Cueto, quienes el domingo celebrarán tres cuartos de siglo de unión en la iglesia de Bayas, la misma que los recibió un 13 de mayo de 1943 para sellar el amor que nació en ambos corazones tres años antes, en un salón de baile de Naveces amenizado por la música de un organillo. Rodeados de sus tres hijos, cinco nietos y cinco biznietos, la pareja renovará los votos matrimoniales y en el posterior convite rememorará la fiesta que tuvo lugar aquel lejano día en el calendario, pero cercano en la memoria y que tuvo como marco el hórreo de la casa del abuelo paterno de la mujer.

"Íbamos a casarnos dos meses antes, pero la muerte de mi hermano nos llevó a retrasar la boda", relata Díaz (98 años), que debido al luto familiar vistió para la ocasión un conjunto de vestido y chaqueta negra a juego con una mantilla. Como contraste, un pequeño ramillete de flores de azahar en la solapa decoraba y endulzaba el oscuro vestido.

A su lado, Manuel González (97 años), "que parecía un artista", comenta con gracejo la orgullosa esposa. Y es que el hombre al que unió su vida era un apuesto joven, alto y delgado, que lucía un pequeño bigote tan de moda en la época. Le conquistó su presencia, pero sobre todo, su forma de ser: serio, responsable, trabajador -a los 16 años entró en la Real Compañía Asturiana de Minas para jubilarse a los 59- y volcado con la familia. "No le gustaba ir de bares con los amigos, jamás salió solo, siempre íbamos juntos a todos los lados", comenta Díaz.

De su mujer, Manuel González resalta el carácter decidido, con mando y determinación. "Manda mucho, pero bien", observa para, al echar la vista atrás, relatar el camino por el cual ha discurrido la vida del matrimonio que tras la luna de miel en Pola de Gordón residió primero en San Adriano y, a partir de 1950 y durante 30 años, en San Juan, en una casa de la Real Compañía. Posteriormente se instalaron en Piedras Blancas y actualmente habitan en Avilés junto a dos de sus hijos.

Los años en San Juan han quedado grabados para siempre en la memoria de la familia González Díaz. La casa frente a las vías del tranvía, los vecinos, la cercanía al trabajo, los amigos. "Y eso que mi marido no quería instalarse allí, pero lo habló con el cura de Naveces y éste le dijo: no mires para atrás, ¿acaso quieres que tus hijos corran detrás del rabo de las vacas?", cuenta África Díaz, con una mente tan lúcida como la de su esposo.

Ambos disfrutan de un retiro feliz. Ella acude a misa a Sabugo, todas las semanas pide cita para ir a la peluquería -"es muy presumida", destaca su hija Isabel- y en la televisión no pierde ni un partido de tenis, ni de fútbol, ni la vuelta ciclista. "Me dan las dos de la madruada frente a la tele", reconoce. Él, por su parte, prefiere centrar la atención en el periódico. Pequeños entretenimientos para una pareja a la que la vida ha regalado alcanzar las bodas de brillantes.

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