María García García es la güela de Castrillón. Y lo es por méritos propios: pocos son los que alcanzan los 97 años sólo "con los achaques de la edad", que apenas la han rozado. Llegó ayer a la carpa de la fiesta de San Isidro, en Piedras Blancas, en silla de ruedas. "Pero ella camina, lo que pasa es que se cansa mucho", reconoció Blanca García, su única hija. "De soltera", señaló Yasmina Triguero, la alcaldesa del concejo, cuando le tocó glosar a la primera de los dos homenajeados.

La mujer de más edad de Castrillón fue cocinera durante más de dos décadas en el comedor de la Real Compañía Asturiana de Minas (RCAM). Nació en 1920 en La Casería. "Aquí al lado", explicó la mujer con satisfacción, recién llegada de la peluquería. "Me encanta que se hayan acordado de mí", confesó. Y es que ayer sentía que de verdad era su día. Una jornada, en todo caso, que compartió con el güelo: Manuel Vázquez Enríquez, gallego de la Ribera Sacra, ferroviario de profesión, castrillonense de adopción, de natural bromista. "Tengo noventa y más", señaló. Entre los dos paisanos, casi dos siglos. Cuando nacieron, aún Primo de Rivera no había dado el golpe de Estado o Federico García Lorca no había escrito "La casa de Bernarda Alba". "Una vida muy intensa", sintetizó Roberto Santiago, el concejal de Festejos de Castrillón, el encargado de glosar a María García. A Yasmina Triguero le tocó el ferroviario, un hombre que empezó su vida laboral siendo guardagujas.

"El acto más emotivo de las fiestas de San Isidro es este reconocimiento", destacó la regidora. Los dos homenajeados le dieron la razón, recogieron los regalos concedidos por el Ayuntamiento y se hicieron las fotos de rigor.

Ambos homenajeados han contribuido a hacer el mundo un poco mejor que lo encontraron. María García estuvo acompañada de su hija Blanca, pero también de sus tres nietos y sus tres bisnietos. Manuel Vázquez tiene tres tres hijos. Vive en Piedras Blancas en casa de una de ellas, con dos de sus nietos. Los dos pletóricos en su compañía. "Le llevan de paseo, saluda a todo el mundo", dijeron. Y sólo lleva quince años en el concejo.

María García se empezó a ganar la vida en el servicio de una casa bien de Salinas. Manuel Vázquez, sin embargo, desarrolló su vida laboral entre raíles. "Me puse de cocinera en la fábrica y allí estuve hasta que me retiraron", cuenta. Una castrillonense de pro y uno sobrevenido. Los dos más anchos que largos. "A los dos les gustan las cartas, deberían quedar a jugar", propuso la Alcaldesa. Temas de conversación no les iban a faltar. Casi suman dos siglos.