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La mansión de los cuentos

La princesa libélula (I)

La historia de una niña a la que se le aparece un mago como homenaje a todos los que luchan contra el síndrome de Rett

Alumnos del colegio Quirinal, durante una actividad de lectura de relatos publicados en LA NUEVA ESPAÑA de Avilés. R. S.

Con este relato, pretendo ayudar a concienciar de lo importante que son las personas que padecen enfermedad, su familia, su entorno... Quiero dedicarlo con todo mi cariño a todas esas princesas y príncipes que padecen la enfermedad conocida como Síndrome de Rett, y muy especialmente a mi querida amiga Sofía y su familia. Historias parecidas a esta me sirvieron para elaborar el libro benéfico "Relatos con Causa" en beneficio de la Asociación Española del Síndrome de Rett, en el que además tengo el honor de compartir páginas con grandes personalidades del panorama nacional, como Luis del Olmo, Perico Delgado, Miguel Ángel Revilla...

Cuenta la leyenda que, hace muchos años, vivía una bella princesa en un bosque. Era pequeña y tenía una melena ondulada que se mecía elegante al viento. Sus ojos eran alargados y expresivos. Nadie sabía cómo había llegado allí, pero la princesa pasaba los días en su casita de madera acompañada de todos los seres del bosque. Era muy feliz.

En el bosque tenía todo cuanto necesitaba: frutos con los que alimentarse, luz del sol para calentarse, el cariño de los animales, la melodía del río rumoroso y el cantar de los búhos que le acompañaba en cada instante.

Un día, la tranquilidad del bosque se vio perturbada con la llegada de un ser justiciero, el Mago Retto.

Con su llegada, los pajarillos corrieron a esconderse entre las hojas de los árboles, el sol se ocultó y el río parecía enmudecer. El Mago Retto era conocido como un ser implacable que impartía su propia ley de justicia. Era muy alto, medía más de dos metros, y vestía una larga túnica azul marino. Su cara era arrugada, larga y seria. Tenía el pelo y la barba blanca. Se cree que vivía desde mucho antes que los humanos habitasen la Tierra.

El Mago llegó frente a la casita de la princesa, picó tres veces a la puerta y cuando ella abrió, pudo ver a ese gigantesco hombre con semblante serio frente a ella.

La princesa lo miró con cierta inquietud: no tenía ni idea de quién sería, pero su cara no le inspiraba confianza ni seguridad.

-Princesa, soy el Mago Retto, tú no me conoces, pero yo sé de tu existencia desde que naciste. Llevo siglos impartiendo justicia en el mundo y ahora debo hablar contigo.

La princesa no comprendía bien qué quería ese hombre, y por qué su idílico paisaje, en el que vivía, parecía ensombrecerse con la llegada del mago.

-Ahora escúchame bien..., -dijo el hombre mirando fijamente a la joven.

-Tú, princesa, eres un ser perfecto, prácticamente irrepetible: nunca tendrás una de las enfermedades más poderosas y perjudiciales que afectan a millones de humanos: la envidia. Ni sabrás lo que es el egoísmo, la mentira, la violencia... Nunca pisarás el camino de los demás y sin embargo tendrás el poder de tu sonrisa; con ella podrás hacer feliz a todo aquel que te rodea. No serás como la mayoría de humanos, que dañan la naturaleza, a sus semejantes y destruyen todo a su paso. Tú, princesa, eres un ser bondadoso, tu corazón es puro, tu alma es limpia y, por eso, necesito estudiar tu mecanismo para lograr así que la paz y la bondad reinen en el mundo y que nazcan más personas buenas como tú.

La princesa se había quedado impresionada. ¿De verdad el resto de humanos tienen tantos defectos? ¿Es posible que dañen la naturaleza, los animales e incluso a su familia? Ella llevaba toda su vida viviendo aislada del resto de personas. No entendía por qué podría existir esa maldad en la gente.

-Ahora necesito de tu ayuda, ¿estás dispuesta?, -preguntó el Mago.

La princesa asintió con la cabeza.

-Pues bien, me quedaré con una parte de ti, una pequeñísima parte. Tomaré uno de los engranajes principales de tu cuerpo, (hay quien los llama cromosomas) que llamaré "X" para estudiarlo y saber cuál es el motivo por el que nacen personas tan especiales como tú cada cierto tiempo y así poder llenar el mundo de seres buenos. No sé el tiempo que me llevará este estudio, quizás meses, o incluso años...

La joven miraba al Mago totalmente asombrada.

-A cambio, te concederé un privilegio: te convertiré en lo que más desees. Ahora piensa por un instante, en qué te gustaría transformarte, y mi magia te concederá tu deseo...

Continuará...

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