Las novelas de vaqueros que se venden estos días -y hasta el próximo día 24- en la Feria del Libro de Las Meanas cuestan sólo un euro. La vida humana en la última frontera, al otro lado del Mississippi, podía costar mucho menos de eso (al cambio). Quizá sea esa la explicación de que los libros más baratos que se pueden en contrar en la tradicional feria avilesina sean las ediciones y reediciones de las "pulp fictions" más castizas, el ocio de cuando no había ni Youtube, ni Netflix. "Los libros más caros que tengo cuestan treinta o cuarenta euros", apostilla Daniel Sánchez, que trabaja para Gustavo Blázquez, un librero de viejo tradicional todos los meses de junio en Avilés. "Mi jefe hacía un par de años que no venía.Yo, de hecho, nunca había estado aquí", reconoció el librero alcalaíno.

Las primeras jornadas de la Feria fueron "buenas", dice Sánchez. Y lo fueron porque imperó el sol durante un rato y los clientes, aparte de mirar, compraron libros. Los días posteriores -los de la lluvia intensa- tocaron a la feria. Los libreros estuvieron mirando el cielo y nada más. En esta edición son diez los vendedores.

Unos cuantos son nuevos: Daniel Sánchez, por ejemplo. Tiene a la venta también "Los doce trabajos de Hércules", que es un facsímil de un original del siglo XV de Enrique de Villena que se guarda en la Biblioteca Nacional. Viene certificado por un notario y es el contraste máximo con las novelas de vaqueros. Eso o los libros de arte de la editorial Taschen, que es a lo que se dedica principalmente el granadino Domingo Pinillos, otro de los libreros de Las Meanas. "Esta es la primera vez que vengo. Me hablaron muy bien de esta feria y como en casa no se venden solos los libros, decidimos salir para venderlos", explicó el profesional granadino. Su negocio se llama Libro Abierto. "No tengo internet, no me arreglé, parece que perdí ese tren", confiesa. Y es que las páginas web han ayudado a elevar las ventas de títulos más allá del local tradicional.

La feria avilesina es la puerta por donde se entra al verano en el municipio: en este año ha estado tapiada por una cortina de agua. En todo caso, cuando alumbra el sol, el público no abandona el mercado libresco. Son más de treinta años marcando tendencia, a este lado del Mississippi.