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JOSÉ LUIS NIÑO ROMERO | MAGISTRADO DE LA SALA DE LO SOCIAL DEL TRIBUNAL SUPERIOR DE JUSTICIA DE ASTURIAS

Un juez subcampeón de España

El magistrado, avilesino de adopción, que fue portero y árbitro de waterpolo y que trabajó en un gabinete de prensa, prepara una maratón

José Luis Niño Romero. MARA VILLAMUZA

A José Luis Niño Romero (Madrid, 1970) lo de la judicatura le vino más de rebote que por vocación. El nuevo magistrado de la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Asturias, avilesino de adopción, acabó estudiando Derecho previo intento en Económicas, su primer trabajo fue en un gabinete de prensa y en su juventud y adolescencia pasó casi más horas en la piscina que en clase. Exjugador de waterporlo (era portero y también fue árbitro), llegó ser subcampeón de España y ahora es un habitual de las carreras populares. Niño Romero es un "runner" de los de toda la vida, pero su verdadero maratón está en los juzgados. En los de Avilés fue en los que adquirió su madurez profesional, según él mismo reconoce.

El ahora magistrado se adentró en el mundo laboral con 16 años, edad a la que ya compaginaba estudios, trabajo y deporte. Nieto del músico Alfredo Romero, uno de los impulsores del Conservatorio de Puerto Rico, su primer empleo fue en el gabinete de prensa de un despacho de comunicación, donde elaboraba dossiers para los clientes. Un fin de semana al mes se lo pasaba con otros tres compañeros, también amigos, organizando recortes de periódicos de toda España para el Consejo Superior de Cámaras de Comercio.

Las tardes estaban reservadas al deporte. Niño Romero jugó al waterpolo desde los 13 hasta los 20 años en el Real Canoe Natación Club madrileño. Entrenamientos de lunes a viernes y partidos los fines de semana. Cursó el Bachillerato por la rama de Ciencias, cuando ni por asomo se le pasaba por la cabeza que la administración de justicia acabaría siendo su destino, y acabó matriculándose en Económicas por la Universidad a Distancia (UNED). Duró un curso. Al siguiente, en 1989, se cambió a Derecho, a la Universidad Autónoma de Madrid. Y descubrió su verdadera pasión profesional.

Acabó la carrera en 1994, realizó la Escuela de Práctica Jurídica en Icade y comenzó a trabajar como pasante en un despacho. Aquello no duró mucho. Tras solicitar plaza como juez sustituto y recibir la formación correspondiente, lo destinaron a un juzgado de San Fernando. En la localidad gaditana decidió ponerse de nuevo a hincar los codos. "Una compañera del juzgado, Esther Martínez, me dijo que me olvidara de seguir como interino y que me pusiera a estudiar", explica. Así que a los 27 años regresó a Madrid y se puso con la oposición. La sacó en menos de dos años, 22 meses de mucho estudio con un único día de descanso a la semana que estaba reservado para la piscina, pero ahora desde la orilla. Y es que Niño Romero fue también árbitro de waterpolo, profesión que le sirvió para autofinanciar la oposición junto a los ahorros de su experiencia gaditana.

A la Escuela Judicial accedió en 1999 y su primer destino fue el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción 2 de Tarancón (Cuenca), "un sitio tranquilo para empezar a foguearte". En Avilés recaló a principios de 2003, tras un ascenso a magistrado con traslado forzoso. Por aquel entonces aún existía el viejo Palacio de justicia y había ocho juzgados (ahora son once). Empezó en el Juzgado de primera instancia número 1 y se trasladó al de lo Penal 1 en diciembre de 2005, cuando la sala era una de las más saturadas de la región. El 2011 asumió el Juzgado de lo Social número 1 y entre 2009 y 2014 fue además juez decano.

En Avilés alcanzó la madurez profesional y en 2014 regresó a su Madrid para incorporarse como letrado al Consejo General de Poder Judicial (CGPJ), donde se dedicó durante dos años a diseñar planes de refuerzo de tribunales. Fue una época dura en lo personal (en Avilés dejó a su mujer, madrileña, y a sus dos hijos, asturianos) pero "muy interesante" en lo profesional, al poder conocer el interior de la carrera judicial. Cuando llegó la hora de la renovación, decidió que era el momento de preparar la especialidad. Y vuelta a opositar.

Se preparó con Jesús Martín Morillo, "un magnífico magistrado", y sacó en un año la plaza que le ha abierto de par en par las puertas de la sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA), al que acaba de incorporarse. Está encantado. "Es una sala que tiene muy buena dotación de personal y que funciona muy bien, una muestra de que con una buena planificación de recursos humanos se puede dar buena respuesta. Estoy viendo sentencias dictadas en marzo y abril de este año", destaca.

Al nuevo magistrado del TSJA es habitual verle en pantalón corto y deportivas. Fiel a las carreras populares, es "runner" desde principios de la década de 1990, cuando abandonó el waterpolo, y tiene ya tanto de asturiano como de madrileño. Por la boca se delata: "Me prestaba por la vida arbitrar", se le escapa al magistrado que fue subcampeón de España.

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