El pintor Joaquín Sorolla "no hizo fotografías, pero sin ellas no hubiera elegido esos encuadres que le caracterizan". Quien se explica así es Consuelo Luca de Tena, la directora del Museo Sorolla, una de las entidades -junto a la Corporación Masaveu, el centro cultural Oscar Niemeyer y el Museo de Bellas Artes de Asturias- responsable de que la cúpula del complejo cultural de la ría exhiba hasta el próximo día de Reyes la segunda colección privada de sorollas más importantes del mundo.

Los encuadres "fotográficos" se notan, dice Luca de Tena, en las escenas de los niños jugando en la orilla del mar. "Hay que explicar que viene de una formación realista e historicista", recalcó Blanca Pons-Sorolla, la comisaria de "Pedro Masaveu. Pasión por Sorolla", una de la investigadoras más importantes del más destacado impresionista español, un pintor que, a su juicio, destaca por "las pinceladas amplias, seguras, sin arrepentimientos" y, además, por la facilidad para "atrapar la luz" de cualquier hora del día. "Puedes lograr saber dónde ha pintado según qué escena y también a qué hora del día", apostilló Consuelo Luca de Tena.

Para su bisnieta, Sorolla representa también la modernidad. "En su época de estudiante tenía que copiar cuadros del Museo del Prado. Eso formaba parte de su formación. Pero Sorolla nunca copió del todo", apuntó la experta, que fue la que sirvió de guía al presidente del Principado, Javier Fernández, y también al presidente de la Corporación Masaveu, Fernando Masaveu, la entidad propietaria de buena parte de los cuadros exhibidos bajo la cúpula del Niemeyer.

"Sorolla fue una celebridad, por eso los fotógrafos le buscaban para retratarlo", comentó Luca de Tena. Aparte de eso, se da la circunstancia de que Sorolla era yerno de Antonio García Peris, un pionero de la fotografía. "Una persona que fue el primero que le ayudó a situarse en cuanto le conoció". Sorolla era, entonces, apenas un adolescente.