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ALBERTO CONEJERO | Dramaturgo, autor de "Todas las noches del día"

"El teatro estaría aún más desamparado si no existiera la literatura dramática"

"Hace unos años dejé un trabajo estable, que podía haber sido de por vida, para poder dedicarme a la escena; siento el vértigo cada día"

Alberto Conejero.

El dramaturgo Alberto Conejero (Vilches, Jaén, 1978) es el autor de "Todas las noches de un día", un espectáculo que se representa mañana (21.00 horas) en el teatro Palacio Valdés.

- Cuando uno se lleva el "Max" al mejor autor. ¿Qué siente?

-Una enorme gratitud y también felicidad porque el reconocimiento lo es para todos los compañeros que participaron en el montaje de "La piedra oscura".

- ¿Es un espejismo o los dramaturgos actuales vuelven a ser tenidos en cuenta por la escena comercial?

-Si con "escena comercial" nos referimos a la producción privada, creo que su apuesta por la dramaturgia contemporánea ha de ser más decidida. Estamos en un momento brillante de la autoría española, pero el talento de tantas compañeras y compañeros autores es el resultado de la dignificación de las enseñanzas artísticas, de los centros de experimentación teatral y programaciones públicos y de algunas, las menos, iniciativas privadas. Ese caudal de talento necesita confianza, oportunidades. La mayor parte de las producciones de mis obras han sido de compañías que dan la batalla cada día -"Sexpeare Teatro", la de Rosario Pardo...- y no de grandes productoras. Yo me he hecho cargo de la producción de "La geometría del trigo"... así que quizá no es un espejismo, pero la producción de "Todas las noches de un día" tiene casi algo de excepción. Pero ahí está la respuesta de los espectadores, entusiasta hasta el momento, para un texto que desborda los límites del realismo.

- ¿Se había imaginado a Carmelo Gómez y Ana Torrent cuando estaba delante de la pantalla del ordenador?

-En alguna ocasión he escrito sabiendo quiénes iban a ser los actores e incluso junto a los actores. En esta ocasión no fue así, pero desde los primeros ensayos supe que la elección -y la de ellos, que eligen apostar por el texto- era afortunada. Están excepcionales y habitan a Samuel y Silvia con calambre y fiereza poética.

- ¿Participa del montaje o prefiere las noches de estreno con sorpresa?

-Las veces que no he podido participar, el resultado ha sido más insatisfactorio, así que lo procuro. En este caso, ha habido un constante diálogo con Luis Luque y los actores, y he podido asistir a algunos ensayos. El teatro es siempre un nosotros, la suma de imaginarios; y el dramaturgo no debe quedar al margen de esa construcción colectiva.

- ¿Cómo fue el trabajo de "completar" la "Comedia sin título" de Lorca?

-Es curioso porque otras voces fundamentales en la fragua de mi voz -Eurípides, Shakespare, Mouawad, Liddell, Chejov, Koltès por citar sólo a algunos- son menos reconocibles para la crítica y los espectadores, pero están allí, muy presentes. No he completado la "Comedia sin título", he escrito a partir del acto conservado en ese enorme vacío. Es un diálogo, la imantación de la escritura con la de García Lorca. No he pretendido otra cosa.

- Acaba de publicar "La geometría del trigo" y acaba de estrenarse "Los días de la nieve". ¿Quién es su público? ¿Los espectadores o los lectores?

-Llegué al teatro a través de la literatura dramática. El teatro estaría aún más desamparado sin ella. La literatura dramática es un enorme silo que contiene las semillas del teatro, una incitación al teatro. Creo que hay que cuidarla, que los autores teatrales debemos atender tanto a la página como al escenario con el mismo cuidado e idéntica pasión.

- Su carrera combina las nuevas escrituras y las reescrituras. ¿Qué le aporta cada una de ellas?

-Me siento muy honrado de ser un mediador entre Eurípides, Lope de Vega o Cervantes y nuestro tiempo. Atiendo a esa doble lealtad -a ellos y a los espectadores contemporáneos- asumiendo la tensión entre conservación y renovación. Los clásicos son un reservorio de experiencia humana, de Humanidad. Y una escuela de teatro.

- Parece que la literatura y la metaliteratura van cosiendo sus textos.

-La intertextualidad es una de mis herramientas fundamentales como autor. Entiendo los textos como una encrucijada de voces. Por ponerte un ejemplo: hay tres o cuatro frases que se repiten exactamente iguales en todos mis textos. No sólo es un juego íntimo sino una toma de posición, un modo de decir que las palabras nos pertenecen a todos.

- ¿Es buena vida la del dramaturgo?

-Hace unos años dejé un trabajo estable, que podía haber sido de por vida, para poder dedicarme casi por completo al teatro. Siento el vértigo cada día, pero no quería, que dentro de una década o dos, un extraño me reprochase nada delante de un espejo. Pero no he podido ni he querido dejar la docencia: seminarios, talleres, clases... Me sirve para estar alerta, para evitar la clausura sobre las ideas ya pensadas. La vida de dramaturgo es buena a ratos y también lo contrario, en otros ratos... pero sé que hubiera sido tremendamente más infeliz no atendiendo a ese deseo.

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