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Dos siglos sin muralla

El plan del centro histórico permitirá recuperar parte de la construcción, que duró 800 años y fue derribada hace 200 para ejecutar el ensanche

Plano de la ciudad amurallada de Avilés.

Doscientos años han pasado desde que se comenzara a derribar la muralla de Avilés, una fortificación que según el historiador y profesor avilesino Vidal de la Madrid puede datarse en el siglo XII. La histórica construcción ha vuelto a la actualidad como objeto del debate político en el Pleno municipal, ya que el Ayuntamiento pretende recuperar una parte de ella junto al parque del Muelle, gracias a una actuación incluida en el denominado plan del casco histórico.

Todos los grupos políticos, tanto el gobierno del PSOE como la oposición, están de acuerdo en mantener viva esa seña de identidad de la tercera ciudad asturiana durante 800 años, aunque sea tan sólo un pequeño tramo. La eliminación de la muralla hace dos siglos se debió a razones meramente urbanísticas, tal y como cuentan los expertos. El historiador Vidal de la Madrid indica que, como ocurría en otras muchas ciudades, "limitada el crecimiento". Su destrucción fue el primer gran paso para realizar el ensanche.

El también historiador Juan Carlos de La Madrid defiende que la simple existencia de una muralla durante tanto tiempo demuestra la importancia de la villa. "La muralla de Avilés marcaba un lugar defensivo, pero también daba prestigio a la ciudad. Y, además, estaba vinculada el fuero y al Alfoz de Gauzón, que es lo que hoy en día llamaríamos la comarca de Avilés", señala el especialista, que recuerda que durante siglos la ahora tercera ciudad asturiana en población fue también el puerto más importante del mar Cantábrico y la muralla servía "para que mantuviera su posición".

"Recuperar parte de la muralla es muy importante porque permite conocer lo que en su día fuimos", añade el historiador, que defiende también que el patrimonio histórico ha de protegerse, lo mismo que el industrial que marca la vida de la ciudad en las últimas décadas y "se está perdiendo". El recinto amurallado de la localidad tenía una forma ovalada y contaba con un perímetro de 800 metros, que cercaba una superficie de unos 45.600 metros cuadrados. En su cara exterior, se disponían hasta 19 torres de planta cuadrada y semicircular, mientras que la cara interior estaba recorrida por un camino de ronda de tres metros de anchura desde el que se accedía a las almenas mediante seis escaleras.

A lo largo de ese recinto, se abrían cinco puertas: la puerta de Cima de Villa, que estaba situada en la actual calle de La Fruta; la del Alcázar, en la actual Ferrería y antes Pinar del Río; la fuente de La Cámara, en la calle de San Bernardo; la del Mar y la del Puente. Todas ellas de gran importancia.

La cronista oficial de la villa, Josefa Sanz, subraya que Avilés perdió su muralla en el primer cuarto del siglo XIX como tantas otras ciudades españolas. "Los vecinos de la ciudad, los que vivían intramuros, tenían un fuero, unos privilegios frente a los que vivían fuera. Es decir, estaban más protegidos", cuenta. Las presiones de la burguesía de la época forzaron también el derrumbe de la muralla, que finalizó en 1820, aproximadamente. "La muralla cercaba y no acercaba", señala Sanz.

El también historiador Román Antonio Álvarez destaca que varios negocios hosteleros conservan en su interior restos de aquella fortificación, como el ahora cerrado Casa Moisés y ubicado, precisamente, en la calle cuyo nombre recuerda a esa fortificación: La Muralla. "La futura recreación permitirá imaginar el Avilés de entonces, en aquella zona de los alfolíes, almacenes de sal. Y también recreará una visión de la ría. Será una visión más ajustada a la que veían los avilesinos en aquella época", apunta Álvarez.

Y, todo ello, después de dos siglos desde que se comenzaran los trabajos de eliminación de una muralla que simboliza el pasado medieval de un lugar con gran importancia económica y portuaria. Ahora, en 2018, la historia de esta construcción todavía colea y está ligada al plan del casco histórico, que pretende garantizar una mayor protección a un entorno que recuerda a aquella villa que contaba con marismas en lo que a día de hoy es el parque del Muelle.

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