Entretenimiento y educación caminan de la mano este verano en las actividades programadas para el público infantil. El Museo de la Historia Urbana de Avilés abrió ayer las puertas a los pequeños para participar en tres talleres y, casi paralelamente, en la plaza de España arrancó el Festival AstuRisas, donde la magia, los malabares, los payasos y las acrobacias dejan sin palabras a los niños que se agolpan en torno a cada actuación.

"Pintamos, dibujamos y aprendemos cosas", comenta Elena León, de once años, que participa en los talleres del centro museístico, este año centrados en la figura de Pedro Menéndez, conquistador avilesino del que próximamente se celebrará el 500.º aniversario de su nacimiento. "También nos enseñan cosas de América y de Cristóbal Colón", añade la pequeña, mientras pinta y colorea sobre lo que ha aprendido durante el día con el resto de sus compañeros, algunos de cuales hicieron de su cuerpo un lienzo y tuvieron que ir al baño para eliminar los restos de pintura.

Junto a los futuros artistas, dos profesoras se encargaban de que estuvieran ocupados y no se aburrieran, aunque la mayoría conocía el personaje sobre el que investigaban porque ya lo habían estudiado en el colegio. Sentados en el suelo, los pequeños fabricaban sobre papel los cuatro barcos que compusieron la flota con la que el navegante alcanzó la Florida cinco siglos atrás.

El taller, de un día de duración, se repetirá el 19 y el 26 julio. En este caso, será la pintora Maruja Mallo la protagonista de las jornadas gratuitas a las que asisten veinte niños, de entre 4 y 12 años. La aceptación de la actividad es tal que muchos de los participantes en esta edición ya son veteranos porque acudieron al museo el año pasado por estas fechas.

La plaza de España fue también ayer punto de encuentro de numerosas familias con niños pequeños que disfrutaron saltando en un castillo hinchable instalado en un lateral de la explanada y sorteando obstáculos a bordo de triciclos. Asimismo, rieron, gritaron y se entusiasmaron con las actuaciones del mago Kleston y también de Pablo Picallo. El artista argentino implicó desde los primeros minutos a los niños en los números que presentó en Avilés. "Su bici es muy rara, puede ir hacia atrás", comentaba Álvaro Lobo, de cinco años, sorprendido mientras observaba las habilidades sobre dos ruedas de quien empezó a los 15 años a involucrarse en el mundo del espectáculo circense. A su lado, María Menéndez del Valle que fijaba la mirada en las piruetas del "showman", preguntaba a su madre: "¿Papá me puede enseñar a andar así en bici?".