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En las trincheras del turismo

La construcción de una senda desde la playa de Los Quebrantos hasta las construcciones de la Guerra Civil llena de visitantes la zona

Hasta hace poco tiempo, en Ranón, la línea de trincheras de la Guerra Civil era un tabú incómodo para los mayores del lugar. Hoy, estas construcciones se han convertido en un atractivo turístico que llama a cerca de medio millar de visitantes en el periodo estival. El Ayuntamiento ha hecho ahora una importante inversión para recuperarlas de las fauces de la maleza y habilitar una senda desde la playa de Los Quebrantos, en San Juan de la Arena, hasta lo más alto del monte. Así, se facilita el paso a las visitas turísticas, que son los martes a las 12.00 horas y los jueves, a las 18.00. "Las vistas son maravillosas", apuntan los visitantes Alberto Luengo y Carmen Sánchez.

El guía es Jimmy Pérez, policía local en el concejo. "Hicimos el trayecto como si fuera un túnel. Con una desbrozadora, empezamos cada uno por un lado y hasta que nos encontramos", explica. Su trabajo es impecable. El camino sale desde La Arena y prosigue por varias elevaciones. Un periplo de menos de medio kilómetro, aunque con tramos de casi el 50 por ciento de desnivel, que conecta a los bañistas que toman en sol en los días calurosos con las entrañas de la Guerra Civil.

"Las trincheras las rehabilitamos hace cuatro años. Es una línea de 50 metros y estamos conversando con los dueños de las parcelas de al lado, para habilitar más recorrido por los túneles", señala Pérez. Ranón se ha convertido gracias a su trabajo y al del Ayuntamiento en un punto a tener en cuenta en un concejo donde las fortificaciones de la Guerra Civil son abundantes. "En primavera, solemos traer excursiones y organizar visitas de colegios e institutos. Es una buena forma de explicar lo que pasó aquí. En Ranón, hubo soldados hasta bien entrada la Segunda Guerra Mundial, cuando el régimen de Franco temía que el desembarco de Estados Unidos en Europa se produjera en España y no en Normandía", explica.

Los turistas se deleitan cada día con las imponentes vistas, desde un mirador de madera que el propio Pérez instaló, y al que se tarda a pie desde la playa, unos 15 minutos. "La senda es una gran iniciativa, porque el paisaje es impresionante y es una gran forma de conocer el pasado", apuntaba ayer Alberto Luengo.

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