La VII Edición del Festival Celsius 232 concluyó el sábado pasado tras cuatro días y más de 150 actividades que convirtieron a Avilés en la capital literaria de España, al menos, respecto a los géneros de ciencia ficción, fantasía y terror. Y lo ha hecho manteniendo su crecimiento exponencial respecto a los años anteriores. "Hemos multiplicado las actividades, que sucedían simultáneamente, y hemos tenido llenos en casi todos los espacios", aseguran desde la organización. Sin darse ni un día de descanso, los responsables de la cita literaria ya están inmersos en la preparación de la de 2019. Ya tiene fechas -entre el 17 y el 20 de julio- y autores confirmados, como Rachel Hartman, John Scalzi o Sarah Pinborough. El objetivo es, además, incorporar nuevas secciones y aumentar el número de talleres infantiles. Pero, ante todo, tratar de mantener las líneas maestras.

Jorge Iván Argiz, uno de los principales artífices de la consecución de este éxito, explica algunas de las claves que hacen especial al certamen: "Valoramos lo contenta o descontenta que queda la gente. Se veía mucho entusiasmo, a la multitud volcada en el espíritu del festival". Para ello, agradece la participación de autores de primer nivel, que, según él, han mostrado interés e ilusión por formar parte del evento. Por otra parte valora que tanta gente haya invertido sus vacaciones en pasar cuatro días con ellos. Además, no se olvida de resaltar el efecto que causa la propia ciudad, y más cuando el buen tiempo ha acompañado: "El centro peatonal, el casco histórico, las terrazas... es un entorno de cuento de hadas para los que vienen. Se crea un microuniverso mágico".

No son solo los conferenciantes los que han quedado maravillados. La participación procedente tanto de otras regiones como de otros estados ha construido a enriquecer la experiencia. "Que vengan autores extranjeros atrae a aficionados de esos países", afirma. Para conseguirlo es fundamental el contacto directo con los creadores, sin representantes, tratando de incentivar la eficacia del "boca a boca". "Muchos escritores importantes son amigos de otros igual de importantes, así que los usamos como embajadores para que les expliquen la existencia de este festival", dice. Algo que no sería posible si la comodidad y el trato no fuese especialmente bueno. Argiz va un paso más allá, atestiguando que a los artistas les cuesta despedirse al llegar al aeropuerto. "Se forman pequeñas familias", asevera. "Los autores ahora son más bien creadores de contenido, no están aislados dentro de una sección, hay más heterogeneidad entre ellos". Algo especialmente útil para evitar las "islas" y favorecer la confraternidad en beneficio del funcionamiento del festival.

Por último, agradece el compromiso de los espectadores. "El público de cada evento es muy diverso", comenta. "Ves gente de todas las edades, con todo tipo de gustos e intereses. Es algo genial", reconoce. Algunos se marchan con las reservas ya hechas para el año que viene. "Nos encanta ese voto de confianza", confiesa.