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Leche, cacao, avellanas y azúcar... el secreto de dos avilesinas para cruzar a nado el Estrecho

Ángela Díaz y Leticia Fernández, que irán de Tarifa a Marruecos, usarán crema de cacao "como arma secreta"

Leticia Fernández (a la izquierda) y Ángela Díaz, en Luanco. RICARDO SOLÍS

Ángela Díaz y Leticia Fernández llevan varios años entrenando para ser las primeras avilesinas en cruzar a nado el Estrecho de Gibraltar. A mitad de agosto, partirán a brazada limpia desde Tarifa, en Cádiz, hasta el islote marroquí de Punta Cires. Pagarán 900 euros para enfrentarse a la fauna salvaje, las olas de dos metros y las corrientes imprevisibles para cubrir los 15 kilómetros geográficos entre Europa y África. No le temen a los calambres musculares que les provocarán las más de cinco horas que pasarán en las frías y oscuras aguas del Mediterráneo porque tienen un arma secreta para cuando el cuerpo se empiece a quejar: sándwichs de una conocida crema de cacao.

"Lo normal es pensar que vamos a llevar barritas energéticas pero el gran secreto que tenemos nosotras es la crema de chocolate", aseguran las dos al unísono. La razón detrás de tan curioso avituallamiento es la salinidad. Estar expuestas tanto tiempo al agua marina les inflamará la garganta y tragar les será más complicado. "Las barritas son demasiado duras. La Nocilla es glucosa pura, lo mejor", comentan.

En su primera ruta por mar abierto, se enfrentarán a numerosos peligros. Tendrán que encarar olas de hasta dos metros -las que hay en Salinas en un mal día, no suelen pasar de 50 centímetros- y aguas a 15 grados, a las que no están acostumbradas, ya que en Luanco, donde entrenan, la temperatura ronda los 20 grados.

La fauna del Mediterráneo también les preocupa. "Hay orcas y toda clase de peces, prefiero ni pensarlo", comenta Fernández, que entre sus temores están también las medusas, a las que es alérgica. "Lo peor es la oscuridad. Nosotras estamos acostumbradas a nadar y ver el fondo. Aquí dicen que no ves nada", asegura Díaz.

Entre en un continente y otro, hay una distancia de 14 kilómetros. Pero podrían tener que nadar hasta 3.000 metros más, en función del oleaje y las corrientes marítimas. "Nadar en aguas abiertas es complejo. Muchas veces das la brazada y no coges agua. Te desfondas y cuesta avanzar", indican.

Obtener los alimentos para no desfallecer es una parte curiosa de su aventura. A su lado, navegará una lancha "Zodiac" con dos misiones. Sacarlas del mar si las cosa se pone fea y darlas de comer y beber. "Te lanzan lo que necesitas con un palo atado a una cesta. No te puedes agarrar a la embarcación porque se consideraría que estás descansando", asevera Leticia Fernández.

Cruzar el Estrecho requiere una gran logística. Su viaje está organizado por la Asociación cruce a nado el Estrecho de Gibraltar (ACNEG) y les costará 900 euros. "Es el reto que todo nadador quiere superar", exclama Ángela Díaz. Su salida se producirá entre el 9 y el 19 de agosto, dependiendo del oleaje y el tráfico marítimo. "Esto no es llegar y ponerte a nadar. Requiere una enorme planificación, porque los buques tienen que parar para que tú pases y hay días en los que el oleaje haría muy peligroso intentarlo", relata Díaz. "Al final vas de un país a otro, y en el barco que nos acompaña tenemos que llevar hasta el pasaporte. Está todo perfectamente medido", certifica Fernández.

Ellas tampoco son principiantes. Leticia Fernández, es socia fundadora y secretaria del Aquático Solras. Ángela Díaz es la presidenta de este club avilesino, que también contribuyó a fundar. Entre las dos, han sido 11 veces campeonas de España de Aguas Abiertas. Y se han enfrentado a travesías por el río Ebro que rondaban los 31 kilómetros. Sin embargo, ahora están ante su primera gran experiencia en el mar. El reto por el que se hicieron nadadoras las espera.

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