"La naturaleza ha sido incapaz todavía de evolucionar lo suficiente para poder degradar los compuestos perjudiciales (caso de los plásticos o el dióxido de carbono) y volver a una situación de no contaminación", enunció ayer Víctor de Lorenzo Prieto, doctor en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Por ello, consideró que los humanos debían "acelerar" ese proceso a través de reacciones obtenidas mediante el "entrenamiento" de bacterias que puedan realizar ese trabajo.

"Las actividades industriales han producido todo tipo de moléculas tóxicas que tienen un gran impacto sobre la salud, los ecosistemas y la vida en el planeta en general", expuso De Lorenzo, quien aseguró que "debemos ser proactivos y no limitarnos a reducir esas emisiones; es decir, hay que desarrollar algún tipo de tecnología que nos ayude no solo a controlar el daño, sino a revertirlo a nivel global". En su opinión, es aquí donde radica actualmente la frontera de la biotecnología."Las bacterías se asocian a cosas malas, pero realmente son el único aliado que tenemos para combatir problemas de contaminación medioambiental", aseveró el experto. La agenda de los microbiólogos se dirige hacia el "entrenamiento" y "programación" de estos microorganismos en laboratorios para eliminar las sustancias nocivas. Una actividad que, según reconoció, no está exenta de riesgos. "Debemos ver al planeta como un cuerpo enfermo al que se da un medicamento que puede tener efectos secundarios", comparó. Por ese motivo, es la sociedad la que tendrá que valorar el balance entre peligros y beneficios. "La labor de la comunidad científica es poner sobre la mesa posibles soluciones", recalcó. "No podemos parar la investigación, los beneficios potenciales son muy grandes", concluyó.