Responsabilidad, dedicación y esfuerzo. Esas son las palabras que definen a María Echezarreta, "Cheza", coinciden quienes la conocen. Esos valores le han llevado, a sus 17 años, a que sus padres le permitan vivir la aventura de estudiar su último año de bachiller en Massachusetts (Estados Unidos) o a haber sido la portera titular de la selección española sub-19 de fútbol que se acaba de proclamar campeona de Europa en Suiza, pese a ser la benjamina del grupo. "Sé que soy campeona porque la gente me lo dice, no me lo acabo de creer", explica la joven guardameta apenas unos días después de levantar la copa con sus compañeras.
Atrás deja tres años en el Oviedo Moderno, que han hecho de la capital asturiana su tercera casa: la primera es donde vive, en Pillarno (Castrillón), la segunda es el Colegio San Fernando y la tercera los campos en los que entrena el equipo. "No sé si ponerlas en ese orden. En Pillarno prácticamente duermo y poco más", explica. El verano -este será especialmente corto entre viaje y viaje- lo pasa en San Juan de la Arena, disfrutando de su otra gran pasión, el surf: "Me ayuda a no pensar en nada. Al final los estudios y el fútbol tienen sus exigencias y en el agua se me olvida todo".
Tiene su propio logo, un caracol formado por las iniciales de su nombre, su apellido y su apodo. ¿Por qué un caracol? Responde su padre, Juanjo Echezarreta: "Ya de pequeña le empezamos a llamar caracol, por la perseverancia que tiene, por lo que trabaja. A veces ves a un caracol en un lugar insospechado y te preguntas cómo ha llegado ahí. Pues con mucho trabajo, como María".
Desde los 5 años ya sabía que quería ser portera de fútbol. "Empecé más o menos a esa edad y de defensa, pero estaba todo el día por lo suelos. Al año siguiente nos quedamos sin portero y ahí que me puse yo", recuerda la joven jugadora. Fue en el colegio San Fernando y no había un recreo en el que no se juntase con sus compañeros a jugar. "De aquella todavía no era normal que una niña quisiera jugar al fútbol y tampoco hace tanto, pero cualquiera me decía que no, con las ganas que tenía y el resto de niños nunca dijeron nada", afirma.
Iker Casillas y David De Gea son dos de los porteros en los que se fija y en cuanto a ellas se queda con Sandra Paños, "sin ninguna duda". Sabe que la portería no es el lugar más agradecido: "Me gustaría que tuviéramos más apoyo en los malos momentos. Todos los jugadores cometen fallos".
Esos amigos con los que jugaba de pequeña fueron de los primeros en felicitarla cuando levantó la copa de campeona de Europa. "Hasta este año han sido mis compañeros de clase. Me mandaron mensajes diciendo que estaban orgullosos de mí, que pensara en que hace cuatro días estaba jugando con ellos en el patio. Fue muy emocionante", explica la joven portera.
Ya hace tiempo que dejó de jugar con sus compañeros de clase. Estuvo en el Femiastur avilesino y luego en el Oviedo Moderno, que ahora abandona para ir a probar al "soccer", como se le llama a nuestro fútbol en Estados Unidos. Y lo hará ya dentro de dos semanas. "Me marcho el día 22. No he tenido tiempo de preparar nada. Estoy tranquila, porque siempre he querido ir, pero a ver que pasa cuando se vaya acercando el viaje", señala. Sus padres asienten: "Está tranquila, nosotros no tanto, pero confiamos en ella y en que le va a ir bien".
Practicar el idioma y seguir estudiando son dos de los objetivos que llevan a Cheza a Massachusetts, pero también uno vinculado a su pasión por el balón: "Quiero entender por qué el fútbol femenino ha triunfado tanto allí, para luego poder aplicarlo aquí".
Como chica responsable que es, no se juega todo su futuro a una carta. "Soy buena estudiante, nunca lo he dejado de lado. A veces llego a las once de la noche y me tengo que poner a estudiar, pero es lo que toca", señala "Cheza". Ya sabe que quiere estudiar: "Quiero hacer INEF y magisterio para seguir vinculada al deporte. No me planteo otra cosa que no sea estudiar".
