El actor y director de escena madrileño Sergio Peris-Mencheta (1975) ultima estos días los detalles de "Lehman Trilogy", un espectáculo que parece un musical, pero que tiene pinta de balada, un montaje en el que se saca las vergüenzas del gran capitalismo. Su estreno en España está programado para el viernes 17 de agosto, en el teatro Palacio Valdés
- ¿Cómo dio con un texto como este?
-Lo descubro en el festival Grec de hace dos años: en la sala Villarroel, en catalán. Siempre que puedo acudo al festival para ver todo lo que puedo. En general, veo cosas muy buenas que, además, son muy inspiradoras, pero hasta ahora siempre me las había planteado como espectador, nunca como director. En el caso de "Lehman Trilogy": la vi en catalán, me enteré del 60 por ciento del texto, pero me fascinó. Lo que vi me inspiró a hacerla a mi manera. La mía es muy distinta a la que vi. Según la estaba viendo me decía: "Esto lo hubiera hecho así". O sea, que estaba fascinado por el texto, pero me lo imaginaba de otra manera. Imaginé mucha música. No le voy a decir que la obra sea un musical, pero sí le diré que está muy vinculada a la música. Salí del teatro, llamé a Litus, al músico, y le dije que fuera verla al teatro, que lo iba a intentar levantar. Litus entendió la idea y llevamos dos años con ella.
- Para centrarnos: cuenta la historia de la familia Lehman, hasta la Gran Recesión.
-Los Lehman son el pretexto para hablar de la creación del capitalismo moderno, de la enorme burbuja y de por qué estamos donde estamos. Así descubrimos que no es muy distinto lo que pasó en el 29 a lo que está pasando ahora. O hace diez años. Hoy en día estamos siguiendo los mismos pasos que dimos cuando estalló la crisis financiera. Diez años después, los bancos están empezando a hinchar las hipotecas para comprar el piso, el coche o pagar la reforma. Este espectáculo es casi una clase de economía para gente que, como yo, no tiene ni puta idea de este tema porque le interesa más bien poco. El texto es muy didáctico, explica todo esto muy bien y, encima, lo hace con mucho humor. Lo que descubrimos es que los Lehman estuvieron metidos en todas las salsas, como quien dice. Desde que llegaron a Estados Unidos, en la segunda mitad del siglo XIX.
- ¿Los Lehman son malvados?
-Yo creo que no. La obra es, como "El Padrino", una trilogía. Narra la historia de los banqueros en tres momentos distintos de su historia. No son malvados porque empatizas mucho con ellos, sobre todo en la primera etapa, cuando hay mucho que aprender del espíritu emprendedor de los americanos frente a eso que hacemos los españoles: agarrarnos a lo cómodo. Los Lehman llevaron al paroxismo el espíritu emprendedor, aunque terminan creando la burbuja inmobiliaria. De lo que va la función es de una crisis de valores. Aquí son los Lehman, pero podían ser los Rockefeller, Henry Ford o cualquier político que dice una cosa y que, en cuanto está arriba, de repente, cambia el discurso.
- Dos años con estos señores. Y le caen simpáticos.
-Cuando estalló la crisis de 2008 no había ningún Lehman en el consejo de administración del banco. El último de la familia murió a finales de los sesenta. Empatizas con ellos: sabes que están en la génesis de la crisis, pero no son los que hundieron a la banca. Probablemente, si cualquiera de los seis Lehman que salen en la obra hubieran estado a los mandos del banco no hubiera pasado lo que pasó.
- Las obras que dirige tienen todas un sesgo crítico, ¿no?
-Sí, aunque quizá sea esta la primera en que no se nota tanto. Stefano Massini es muy inteligente y escribe una obra que puede justificar tanto a un neoliberal como a un anticapitalista: cuenta los hechos, muchas veces, con mucho humor. Tengo la sensación, sin embargo, que es primera obra que adolece de punto de vista, Massini hace un auténtico trabajo de objetividad.
- Pues entonces aquí hay un cambio en su trabajo, ¿no?
-"Lehman Trilogy" creo que es el texto contemporáneo que más me ha gustado. Sobre todo cuando lo leí: lo vi y me interesó mucho, pero cuando leí la versión original en italiano me terminé de convencer. Esta obra no está escrita al uso: es una balada, un gran poema, no sabes qué dice quién. Es el director el que decide todo. El original fue de cuatro horas y pico y circulan más de 150 personajes por escena. Se estrenó en el Piccolo Teatro de Milán con 27 actores, Sam Mendes lo acaba de hacer con tres y nosotros la vamos a hacer con seis. Tiene mucho juego. Lo que busco es lograr que el espectador entre en el teatro como en una carpa de circo, que pueda ser vista por niños también. Nuestro esfuerzo es que el espectador pueda sintonizar con el niño que fue.
