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MARINO IGLESIAS | TRABAJADOR DE ARCELOR-MITTAL

El aprendiz que avisa del peligro en Arcelor

El veterano siderúrgico es la imagen de los carteles de seguridad vial de la factoría en Veriña y Avilés: "Ya estoy acostumbrado al pitorreo"

Marino Iglesias, junto a un cartel con su imagen en Arcelor. MARA VILLAMUZA

La de Marino Iglesias es una de las caras más vistas de Asturias. Este avilesino del Carbayedo, trabajador de "la Fabricona" desde la adolescencia, es la imagen de los carteles de seguridad vial del complejo asturiano de Arcelor-Mittal. En las plantas de Avilés y Veriña lo ven a todas horas y en cada esquina. "Atención al semáforo", advierte en el paso de las vías del acceso a La Granda. Han pasado ya unos años desde que se instaló la cartelería y todavía hoy sigue el pitorreo. Su teléfono llegó a echar humo de tanta llamada: "Estamos hartos de verte". "Déjanos en paz". "Ya sé que tengo que poner las luces". "Imagínate el cachondeo", reconoce.

El elegido para avisar de los peligros de la fábrica "no podía ser otro", dicen en la empresa. Marino nunca pierde la sonrisa, se apunta a un bombardeo y para aguantar el chaparrón entre metalúrgicos hay que tener más paciencia que el santo Job.

Iglesias cumplió el pasado 15 de julio 41 años en la fábrica, a la que llegó cuando tan solo tenía dieciséis. "Esto no tiene nada que ver con lo que era, ahora hacemos con dos hornos y 5.400 personas lo mismo que antes con dos y 25.000", afirma. Es uno de los muchos aprendices que dio Ensidesa y ha pasado "por casi todo". Empezó por mantenimiento, accedió a la plaza de maestro de producción en Laminación (en el tren temper uno), dio el salto al departamento de calidad para pasar después tres años en programación y ahora lleva cinco en el departamento de obras y conservación.

Lo del cartel, dice, le "vino de rebote". La idea de instalar la imagen de una "cara conocida" entre los trabajadores para concienciar sobre las medidas de seguridad vial forma parte de una campaña que se inició con la obligación de encender las luces de cruce de los vehículos en la factoría y que se extendió también a los pasos a nivel.

"No tengo ni idea de cuantos 'Marinos' hay por Avilés y Veriña, bufff, muchos", afirma. Más de cien, seguro. Las dos factorías suman 180 kilómetros de vía férrea, con más de 60 pasos a nivel. La mayoría no tiene enclavamiento eléctrico, hay la obligación de parar siempre aunque la barrera esté levantada. Y para reforzar la seguridad en todos esos puntos, está el del Carbayedo.

"Cuando llegó el momento de hacer los muñecos no había figurante y entre los de nuestro departamento, que da servicio a toda la fábrica, decidimos ponernos de acuerdo. Soy fácil de convencer y yo era el que tenía más paciencia para aguantar el cachondeo que iba a venir", explica Iglesias.

Su hijo (el siderúrgico está casado y tiene mellizos, un chico y una chica de 25 años) intentó convencerle para que no diera el paso. "Él trabajaba en una auxiliar en la fábrica cuando estábamos con todo esto. Cuando le dije que estaba metido en el ajo de la señalización me dijo: 'No lo hagas papá , ya paso bastante vergüenza contigo por todo el mundo que te conoce... no lo hagas por favor'. Yo sabía el día que iban a colocar los muñecos, pero no le dije nada. Ese día fuimos juntos a la fábrica, iba yo conduciendo. Entramos por el acceso del Sabina giró la cabeza y no se lo podía crecer: 'Papá, no puede ser', ¿lo hiciste?".

Marino Iglesias es un cachondo y es uno de los habituales de los simulacros que se realizan en las instalaciones asturianas de Arcelor-Mittal. Que hace falta un accidentado, ahí está Marino. Que hay que subirse a un tejado para simular un rescate de los bomberos, ahí está Marino. "No soy solo yo, ¿eh? En nuestro departamento somos todos muy echaos p'alante", dice quitándose méritos el aprendiz que avisa de del peligro en Arcelor.

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