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FRANCISCO LLERA RAMO | Catedrático de Ciencias Políticas, habló ayer en La Granda

"Aventar el fantasma del nacionalismo con la oficialidad es pura instrumentalización"

"En la Guerra Civil y en la Mundial, los vascos intentaron aprovechar cualquier situación para crear su Estado con quien hiciese falta: nazis, aliados..."

Francisco Llera Ramo, ayer, durante la entrevista en La Granda. R. SOLÍS

Francisco Llera Ramo (Caravia Alta, 1950), es catedrático de Ciencia Política en la Universidad del País Vasco, fundador y director del "Euskobarómetro". El profesor defendió ayer en los cursos de La Granda una ponencia titulada "La paradoja postnacional: entre la regresión identitaria y la resistencia parroquial a perder el control del poder comunitario".

- ¿En qué consiste esa paradoja postnacional?

-La dinámica postnacional es cosmopolita, abierta; y sin embargo nos encontramos con dos fenómenos resistentes o contradictorios. Por una parte, está el irredentismo de la segunda ola de nacionalismos, los nacionalismos residuales, que son aquellos que quedaron insatisfechos con los procesos de formación de los estados nacionales hace unos siglos; y por otra parte, tenemos la reaparición del populismo xenófobo y antiglobalización cuyo mejor ejemplo es Donald Trump. Pero lo tenemos en toda Europa, unos con más éxito en el poder y otros con menos. En algunos casos existen alianzas contra natura entre ambos casos, un fenómeno irredentista como la Liga Norte en Italia y el fenómeno populista, por ejemplo el Movimiento 5 Estrellas, que es una confluencia oportunista. El irredentismo busca a ver si ésta es su última ventana de oportunidad para crear su propio Estado, como es el caso de Cataluña, y el populismo trata de evitar por todos los medios, protegiéndose, la superación supranacional, una reacción miedosa ante la incertidumbre. Ambos están aprovechando las dificultades que está pasando el Estado-nación. ¿Cuál es la salida? No es fácil. Frente a la globalización no hay nada que hacer, no está en nuestras manos, la integración europea es un valor en sí mismo, tenemos que aseverarla y reforzarla políticamente, velar por la regeneración democrática.

- Habla de Europa... La UE nació como una unión de estados, pero sin embargo en las últimas décadas se ha roto su idea inicial. Desde el "no" a la Constitución Europea al "Brexit" pasando por las últimas reacciones de Italia. ¿Qué le ocurre a Europa en el plano nacional?

-La UE nació como una estrategia de integración comercial, económica, porque la estabilidad era fundamental tras la Segunda Guerra Mundial. La economía depende de la estabilidad institucional y los padres de la CEE empezaron a pensar en una integración política, que es una cosa más complicada. Es lógico que haya una desafección estatonacional sin ser nacionalista; yo no puedo aventurarme a entrar en una cosa como es la UE y perder la capacidad de decisión e identidad que tengo, no solo es un problema de nacionalismo sino de pérdida de eficacia, sobre todo mirando al Reino Unido y Francia, (uno por el "Brexit" y el otro por el "no" a la Constitución Europea). La ampliación de la UE complicó las cuestiones políticas de la Unión.

- Una cuestión que también afecta a los estados de la Unión Europea es la política migratoria. ¿Debería ser la UE la que pusiera medidas y no los estados, cada uno a lo suyo?

-Debería estar gestionada por la Unión Europea, claro. En primera línea de juego están España, Grecia e Italia y cada uno aplica su plan. La UE piensa: yo no quiero saber nada de esto. A raíz de ahí surgen políticas xenófobas y anti-Unión como en Italia.

- En España, está en boga el independentismo catalán. ¿Cómo podría explicarse ese fenómeno?

-Los nacionalismos residuales, como yo los llamo, son el irredentismo de algunos fragmentos territoriales que quedaron descontentos en el proceso de construcción nacional español, que no existió. Ese proceso es incompleto, azaroso y ha sido dramático, a base de guerras civiles. Hay unos restos como Cataluña que en este proceso quedaron como quedaron, vinculados, no lo olvidemos, a las guerras carlistas y a la desaparición de los privilegios locales. Un estado nacional uniformiza y unifica.

- Hablamos también de Euskadi.

-Euskadi y Cataluña, lógicamente. Cada uno con su talla y orientación. Las élites vascas eran grupos de poder en la corona española, los catalanes no y eso les distancia radicalmente. No olvidemos que los catalanes es la tercera vez que están intentando ser independientes: lo intentaron con la Restauración, con la Segunda República y ahora con la democracia constitucional. En la época de la Guerra Civil y Mundial, los vascos intentaron aprovechar cualquier situación para lo mismo, con quien hiciese falta: con los nazis, el Vaticano o los aliados. Era su ventana de oportunidad y no la encontraron. Ocurre lo mismo que con los populismos: globalización, debilidad de los estados-nación, fatiga democrática, debilitamiento institucional... Otra ventana de oportunidad.

- Y en Asturias, ¿ve en la reivindicación de la oficialidad de la lengua algún tipo de vinculación con el nacionalismo?

-Nada. Intentar aventar ese fantasma es pura instrumentalización política y además me parece irresponsable. (La oficialidad) es una defensa de los elementos culturales e identitarios. La reclamación de la oficialidad es tan natural como la especie humana porque cada persona y cada comunidad tienen diferencias entre sí; no es que se tenga derecho, es que conviene. Es como la biodiversidad, hay que mantenerla y conservarla, convertirla en una palanca de desarrollo y creatividad. La lengua en todas las comunidades es un elemento fundamental.

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