Buena parte de la represión avilesina tuvo lugar entre las paredes modernistas del chalé de Sabugo, la finca de Pedregal, la casa que dejó el prócer asturiano cuando comenzó la Guerra Civil. María Ángeles Ovies escuchó muchas veces a su madre, Olga, describir el "horror" de aquellos años. De este y otros testimonios, sacó a la luz "El silencio de los vencidos. Clamor de inocencia. Avilés 1936-1939", que ya va por su segunda edición. Ayer desgranó la publicación de la editorial Azucel en un acto organizado por el Club LA NUEVA ESPAÑA de Avilés y ofreció detalles espeluznantes de un tiempo de víctimas y verdugos que dejó huérfanas a muchas familias de la ciudad. "Talaron el árbol, pero quedaron las raíces, que somos nosotros", dijo la autora antes de que el auditorio, con aforo completo, rompiera en aplausos.

El historiador Pablo Martínez Corral -bisnieto de uno de los hombres torturado hasta la muerte en aquellas dependencias, el guardia urbano Melitón Corral Luengo- acompañó a María Ángeles Ovies en la presentación, y precisó: "La primera cifra que debe retumbar en la cabeza son 1.100 víctimas en una ciudad entonces pequeña, 179 desaparecidos, 100 fusilados...".

A su público, Ovies le prometió seguir investigando. Explicó por qué: "Cuando saqué la primera edición decía que hasta que mi madre no muriera no pondría el punto final; ahora ella no está, pero mientras yo viva habrá un punto seguido porque acabo de encontrar a otro niño de guerra". Otro testimonio que Ovies podrá añadir a los de José, Isabel, Ángeles y Ovidio ya recogidos en "El silencio de los vencidos. Clamor de inocencia. Avilés 1936-1939".

"La mayor derrota sería que todos estos años (Guerra Civil) quedaran en el olvido", precisó el también historiador Román Antonio Álvarez, que arropó como Corral a la autora. "Trabajar en estos temas es desgarrador. Se siente el terror de las familias, pero también la fuerza para seguir investigando y reconstruir el puzle de la historia", añadió. En estas está María Ángeles Ovies, notario de recuerdos y altavoz de las víctimas de la Guerra Civil en Avilés.

Su libro comienza en la romería de La Magdalena. Aquella fiesta coincidió en el golpe de Estado de julio de 1936. Relata con precisión días de crueldad, de palizas, de muerte... E incorpora datos a su historia familiar que es, a su vez, la de muchos avilesinos: "En la quinta de Pedregal no murieron solo hombres, también al menos dos mujeres inocentes, sin relación política, María y Gela".