Por alguna razón, Natalio Grueso pensó que evitaría la prisión. Le habían trasladado que el fiscal Alejandro Cabaleiro estaba dispuesto a dejarle libre con una fianza de 50.000 o 60.000 euros. Quizá fue ese señuelo el que le hizo presentarse ante la Audiencia el pasado martes. Pero Cabaleiro pidió ayer su ingreso en prisión sin fianza. "Hay que ser consciente de lo que se está haciendo", llegó a decir el fiscal, quien no se amedrentó ante la presencia de Fernando Burgos, el que fuera teniente fiscal de la Audiencia Nacional, hoy devenido abogado de élite, y que se hizo cargo ayer mismo de la defensa de Grueso.

Ante los magistrados de la sección tercera de la Audiencia Provincial, el exdirector del Centro Niemeyer desplegó una batería de excusas. "No sabía que tenía que comunicar los cambios de domicilio", aseguró, templado y con voz firme. "Nunca he tratado de sustraerme a la acción de la Justicia, soy el primer interesado en ir a juicio, pude haberme fugado hace muchos años", remachó. Su letrado ofreció otra razón para explicar la desaparición de Grueso este verano: "Estaba de vacaciones, y fue un amigo quien le avisó de que estaba en busca y captura".

El presidente de la sección, Javier Domínguez Begega, le cortó cuando intentó polemizar con el fiscal, al tomar la última palabra en la vistilla que decidía su situación personal. Al final, los jueces dictaron prisión provisional, comunicada y sin fianza, al considerar que existe riesgo de fuga. Y es que hay cosas que no se pueden hacer a tan pocos días de un juicio. El del "caso Niemeyer" está previsto que se inicie el lunes, con doce vistas programadas. Y ese mismo día, Burgos pedirá la suspensión, con la excusa de que tiene que leer los 20.000 folios de la causa que le facilitaron ayer. "No son tantos", aseguró este veterano, acostumbrado a sumarios mucho más abultados.

A eso de las nueve y media de la mañana de ayer, la Audiencia Provincial era un hervidero. Una representación del Colegio de Abogados de Oviedo acudió para apoyar a José René Alperi, el letrado de oficio de Natalio Grueso, que seguía siéndolo para el tribunal a pesar de haber renunciado a su defensa, por entender que no tenía tiempo suficiente para prepararla. Entre los representantes del Colegio se encontraba el secretario del mismo, Pelayo Fernández-Mijares, que hasta el pasado julio fue abogado de Grueso y que renunció a su defensa por motivos económicos. También estaba Sara Álvarez, la nueva letrada de oficio designada por el Colegio de Abogados para sustituir a Alperi. Pero también estaba el exfiscal Burgos, el letrado designado por Grueso para que le defendiese. Como se ve, hasta cuatro letrados relacionados con la defensa de Natalio Grueso.

Diez minutos antes de la vista, Alperi hizo llegar a los magistrados un escrito por el que concedía la venia a Burgos, "en cumplimiento de los deseo de Natalio Grueso".

Iniciada la vista, los jueces accedieron a que Burgos se sentase en el estrado de la defensa, en sustitución de Alperi. El presidente del tribunal, Domínguez Begega, hizo referencia a un burofax y un telegrama remitidos por Grueso a su nombre y le advirtió de que no recibe correspondencia particular de ningún acusado. En esas comunicaciones, Grueso explicaría los motivos por los que no había sido localizado por el tribunal y la Policía Judicial.

No era el mejor comienzo para Grueso, pero lo peor para él estaba por llegar. El fiscal Cabaleiro pidió su prisión provisional, que no es "una pena anticipada", sino la consecuencia del "devenir del procedimiento y del comportamiento del propio acusado", que desapareció de forma "voluntaria" en el mes de julio.