La vocación por la ciencia despertó ayer en el pequeño Álvaro Rojo. "De mayor, igual quiero ser investigador", comentaba tras lanzar un puñado de bolas a la máquina de Galton en la antigua Pescadería. Ensimismada se quedó Eva Rodríguez al comprobar cómo es posible sacar el ADN de un plátano con un poco de jabón, sal común y colorante. "Mira mamá, son las células", se dirigió la niña a su madre al ver cómo se formaba una especie de gelatina en un vaso de plástico que contenía una mezcla azul. El ADN del plátano.

El interés por la ciencia afloró ayer en decenas de niños que no se perdieron "La noche de los investigadores", un proyecto de divulgación científica que acerca a los científicos a la ciudadanía y que en esta segunda edición tuvo como escenario la antigua Pescadería. Los más pequeños se quedaron embobados con los experimentos que hicieron en vivo los científicos, y que también dejaron boquiabiertos a los mayores. La de ayer fue una lección en familia. La investigadora María Salvador mostró cómo las nanopartículas permiten "llevar los medicamentos a la zona del cuerpo que te duele", Juan Carlos Mayo advirtió de que lavar los huevos es pecado ("eso es una barbaridad, el huevo es una cosa viva, está fecundado") y David Hevia jugó con el dióxido de carbono, un gas que comprimido se convierte en piedra, lo que se conoce como "hielo seco" porque no moja.

Diez puestos sobre diferentes temáticas tomaron una Pescadería repleta de sabiduría, la de los investigadores que compartieron sus conocimientos con los avilesinos. Hubo curiosidades en cada esquina, como la paradoja del cumpleaños, que se encargó de explicar Pedro Huidobro. Ésta establece que si hay 23 personas reunidas, hay una probabilidad del 50,7% de que al menos dos de ellas cumplan años el mismo día. Para 60 o más personas, la probabilidad asciende al 99%. "Llevamos anotados 31 cumpleaños y ya tenemos tres coincidencias: el 20 de marzo, 24 de julio y 25 de diciembre", explicó con entusiasmo, el que ponen los científicos en su tarea diaria.