"De las palabras no el sonido sino el sentido, porque queremos ser oradores, no charlatanes". Con esta frase puso la filósofa y consultora de comunicación Sharon Calderón el punto final a una conferencia en la que repasó los cinco cánones de la retórica utilizando como herramienta discursos de películas tan conocidas como "Contact", de Robert Zemeckis, o "Matar a un ruiseñor", de Robert Mulligan.

Calderón inició la charla con "Taxi Driver" (1976), de Martin Scorsese, y el "clip" que dio nombre a la ponencia organizada por el Club LA NUEVA ESPAÑA de Avilés: "¿Me estás hablando a mí?". Explicó que en esta escena Robert De Niro improvisó. En el guión solo ponía: "Travis habla consigo mismo delante del espejo". Así llegó Sharon Calderón a asegurar: "La oratoria no es un arte, no es un don, es una técnica que se ensaya y se trabaja". También se centró en el espejo al que hablaba De Niro: "¿Quién no ha ensayado alguna vez delante de uno? Ensayar el tono de un discurso así como escribirlo es fundamental para alcanzar el éxito". Y valoró la invención y la elocución (puesta en escena).

Con "Matar a un ruiseñor", de Robert Mulligan, Calderón habló de la importancia de las pausas y la memoria, otro canon de la retórica. Con "Contact", de Robert Zemeckis, analizó el resbaladizo "pathos". Ya Aristóteles escribió hace más de 2.300 años en su famosa "Retórica" que existen tres tipos de argumentos persuasivos o modos de apelación en un discurso: los relativos al ethos, al pathos y al logos. El logos de Sharon Calderón llegó con "Desmadre a la americana", de John Landis, una película que muestra a la perfección figuras retóricas como la amplificación y la epiplexis (la fórmula de lanzar preguntas que no requieren respuesta con el objeto de causar indignación con algún efecto). Finalizó la ponente con "El lobo de wall street", también de Scorsese. Con esta película, habló de la importancia de conocer a la audiencia a la que se dedica un discurso. Luego, todo es practicar. Porque de retórica se puede aprender.