En 1937, más de mil niños asturianos salieron del puerto del Musel rumbo a Rusia, donde les esperaba un futuro incierto. Lo que iba a ser una "aventura" de tres meses se convirtió, en algunos casos, en casi 40 años de exilio forzoso. El Museo de la Historia Urbana de Avilés acoge desde ayer la exposición "Dos patrias llevo conmigo. Niños de la guerra en la Unión Soviética, 1939-2017", que recuerda a pequeños como Luisa Allén y Araceli Ruiz Toribios. La primera estuvo 19 años en Rusia; la segunda, no pudo volver hasta 1975, cuando murió Franco.

"Allí estábamos como príncipes. Estuvimos muy bien hasta que empezó la II Guerra Mundial, que fue distinto para todos", afirmó Allén. Ella se casó en Rusia con un gijonés, también niño de la guerra, Manuel Meana, y se formó como médico. Cuando volvió a España, no pudo ejercer. "Me dijeron que tenía que volver a hacer todos los exámenes, así que me dediqué a mi familia. Los que volvíamos no éramos bien recibidos", recordó Allén durante la inauguración. La muestra es un trabajo del Muséu del Pueblo d'Asturies realizado gracias a los fondos que han ido aportando los entonces niños, hoy nonagenarios, y sus familiares, como Francisco Lago que ayer recordó la historia de su abuela. Tres de sus hijos, que estaban en un campamento para huérfanos en la Colonia de Salinas, fueron montados en el barco que salió del Musel sin su permiso. Estuvo veinte años sin saber de ellos. "Cada uno de los 'niños de la guerra' tiene una historia difícil", afirmó Lago. La muestra se puede visitar hasta el 4 de noviembre.