Alfonso Rodil, entrenador del Atletismo Corvera durante 40 años, ha dejado huella en cientos de jóvenes del concejo. Ayer tuvo la prueba. Atletas de varias generaciones se reunieron con él en el Tomás y Valiente de Las Vegas, en un homenaje organizado por el club para agradecerle todo el trabajo que ha hecho para impulsar la práctica del deporte. "Era el alma del club. Estaba en todas partes, no solo como entrenador sino como directivo. Él se encargaba de organizar los viajes, las competiciones, nos traía, nos llevaba, era más que un entrenador", explica Javier Melero, uno de los corredores del equipo que en 1998 fue al Campeonato de España, el primer grupo promesa del Corvera que quedó campeón de Asturias de cross.

"Nosotros entrenábamos en Gijón, pero él siempre nos llamaba para ver qué tal íbamos, si estábamos entrenando bien. Siempre que lo veo me dice 'Javichu, vaya equipo que teníamos aquel año'", comenta el atleta. Eso de que Alfonso Rodil estaba en todas partes llevó incluso a la anécdota: "Siempre decíamos que tenía un gemelo", explica Marta Quintana, otra de las atletas que disfrutaron de Rodil como entrenador. "Entrenábamos en las calles de Las Vegas y era imposible seguir a más de cien guajes que llegamos a ser por todo el centro del barrio, pero si cogías un atajo siempre te pillaba. Tenía que haber más de uno".

Sus pupilos lo describen como un entrenador serio y riguroso, pero al que guardan mucho cariño porque también era un apoyo. "Nos enseñó a amar el deporte más allá del atletismo, a reconocer los valores del esfuerzo y el compromiso. Siempre nos decía que si nos organizábamos había tiempo para todo. No recuerdo que Rodil faltara nunca a un entrenamiento", afirma la exatleta.

En una época en la que el deporte empezaba a aflorar en los jóvenes, Alfonso Rodil se tenía que encargar de todo. De los entrenamientos, del papeleo, de la organización: "Empezábamos a correr con él de pequeños y estaba con nosotros hasta que lo dejábamos, y todo por amor al arte, porque nunca cobró un sueldo". Y no era un pequeño grupo de corredores, eran muchos, hasta más de cien. Por eso, una de las peleas que tenía el corverano era conseguir unas instalaciones para que sus pupilos estuvieran seguros.

Exposición

Durante todos esos años como entrenador encabezó manifestaciones, pidió por activa y por pasiva una pista de atletismo para que las decenas de niños que cada tarde corrían por Las Vegas entre coches y peatones pudieran tener una instalación para hacerlo. Ahora hay una recta y un foso en el parque Europa, pero las instalaciones que soñó para sus pequeños todavía no son una realidad. "Cada vez que tenía la oportunidad metía la coletilla, porque de verdad era una necesidad. Siempre decía que si tuviéramos unas instalaciones los niños y jóvenes se animarían a hacer deporte. La verdad es que no éramos conscientes de la responsabilidad que tuvo en sus manos. Vigilarnos a todos para que no ocurriera nada malo...", explica Arancha González Sastre, que ha sido una de las impulsoras del homenaje y de la exposición fotográfica que repasa la historia del club y de Rodil, que se puede visitar en el centro sociocultural de Las Vegas hasta el 15 de octubre.

Así, decenas y decenas de historias se recordaron ayer en el Tomás y Valiente, donde muchos de los atletas que crecieron aprendiendo los valores del atletismo arroparon a Alfonso Rodil y le devolvieron parte del cariño que él les ha dado. Pero al entrenador lo que le gusta es que corran y para cerrar el acto, como el mejor homenaje que le podían hacer, los que fueron sus pupilos, repitieron una vez más el recorrido que tantas y tantas veces, cada día lloviera o hiciera un calor insoportable, él les mandaba hacer en los entrenamientos.